Rajoy es la III República

Recibo carta de Platón. Unas líneas severas por mi irónica alusión a los Adventistas de la Tercera República, donde venía a decir que la mayoría de ellos lo eran por motivos románticos: pese al desengaño de las dos experiencias históricas republicanas y por simple oposición a la actual monarquía. No le ha molestado tanto lo de adventistas como lo de «tercera». Confieso que no me queda claro de sus palabras si lo que a él le gustaría es la restauración de la segunda, pero, aun confuso, transcribo. Para mí es un placer intelectual acceder a ideas al margen del pensamiento consuetudinario. Incluso, intuyo, al margen del mayoritario pensamiento pro-republicano, si es que existe esa mayoría.

«Nosotros, los republicanos, no contemplamos como prioritario pedir un cambio en la Jefatura del Estado, entre otras cosas porque tenemos reyes y reinas que no han sido nunca coronados, monarcas nominales, una familia real que va menguando. Si fuera monárquico, eso de un rey sin corona no me parecería rey ni nada, algo así como un policía de paisano, como una miss sin banda, como un papa revolucionario, como olas sin una playa… y dejo aquí este involuntario momento Joaquín Sabina que se me ha escapado. Podemos aguantarnos, en fin, con este simulacro de un faraón constitucional, porque en realidad no cumple más que las funciones de cualquier presidente democrático como los que se estilan por Europa, la sangre azul ya va muy mezclada y hasta las repúblicas a veces se vuelven monárquicas, ahí tienes a los Castro heredándose en Cuba.

«Lo que es imprescindible, urgente, inmediato, es privatizar la presidencia del Gobierno y nacionalizar los sectores que generan beneficios. Privatizar a Rajoy, vamos, realizarle una transfusión de vida, un complemento emprendedor, unas vitaminas industriales. Una inyección de espíritu. La República es sangre fresca y los nuevos partidos, ahora mismo, están en posición de obligarle a que por fin tenga una relación íntima con la realidad. Un Rajoy rentabilizado sería mucho más Azaña que Pablo Iglesias. Si a eso le unes la estatalización de las empresas públicas que se han vendido y que dan buenos réditos al capital extranjero, y un mayor control de los beneficios corporativos vía impuestos, igual hasta acabas con el paro y mejoras las condiciones vitales de los más desfavorecidos. Eso, y no otra cosa, es la República. Salud y libertad».