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Publicado por
panorama antonio pérez henares
León

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A quien despreciaron en la manifestación de Barcelona los separatistas catalanes y la ultraizquierda fue a los muertos. A quien justificaron fue a los terroristas. Los fanatismos y los extremos se tocan.

Incapaces del más mínimo respeto y mas esencial humanidad, les pudo sobre todo el odio. El odio a España, el odio a todos los que no comparten su vesania y su delirio. El montaje secesionista, copando la parte «televisada» de la marcha, de eso se encargó el ‘Nodo’ de TV3, rodeando e insultando al rey y al presidente del Gobierno, fue concebido como un acto de propaganda independentista. Un acto repulsivo y vil pues para ello no se dudo en utilizar algo tan trágico y terrible como un atentado terrorista del islamismo radical y a los 16 asesinados por los yihadistas. «Eso» no importaba.

El separatismo catalán insultó al rey y a Rajoy. Nos insultaron a todos. Pero ante todo, y sobre todo, a quien insultaron fue a los muertos, a quienes agraviaron fue a las victimas. Y han quedado retratados ante el mundo.

En realidad, y desde el momento mismo del atentado, su única obsesión fue que no afectara a su hoja de ruta secesionista y si era posible manipularlo en su favor, como finalmente han hecho, aunque quiero pensar que al hacerlo de modo tan repulsivo y tan obsceno más que suponerle réditos lo que haya provocado hayan sido arcadas.

En realidad, y a pesar de la prudencia en los momentos álgidos de la tragedia de los que si entienden y entendemos que los responsables únicos son los asesinos, si algo deben de hacer las autoridades catalanes es dar muchas explicaciones ante lo que sin duda supone una cadena de fallos de previsión, información y reacción. En aras de la necesaria unidad ante el terror se hizo bien en no poner en ello el acento. Pero por la parte separatista la reacción fue exactamente la contraria. Buscar el aprovechamiento de la matanza. Como suena y como quedo demostrado de colofón en la manifestación de Barcelona.

Para ello y una vez más han contado con la ultraizquierda tanto del territorio autónomo como del resto de España. No han dudado en unirse los que una vez más vienen a concluir en que los culpables de los asesinatos no son los asesinos y que estos, «pobrecillos» son también una víctimas. Que los culpables somos otros, el rey, Rajoy, el Estado, Europa, la pérfida civilización occidental y el malvado capitalismo. Todos, cualquier, todos menos los asesinos.

Unos y otros, la cada vez más sectaria ultraizquierda y la cada vez más enfebrecido separatistmo, protagonizaron el vomitivo espectáculo de Barcelona. Luego, de tapadillo, Junqueras e Iglesias se fueron a cenar juntos. Anfitrión y muñidor: Roures.