Barcelona, un abrazo

Me encanta Barcelona, hermosa, abierta al mundo como el Mediterráneo, ese mar que ha definido buena parte de la formación de nuestra personalidad, ser y estar en el mundo. Pasado el vendaval, que no el dolor, por la tragedia terrorista que la ha golpeado –nos ha golpeado-, junto a otras poblaciones catalanas, quiero, desde la humildad de estas hojas, enviar el abrazo solidario y el reconocimiento más sincero. Sin atisbo del más mínimo nacionalismo rancio, uno encuentra, en medio de este disparate irracional, motivos más que suficientes para sentirse orgulloso de las inmediatas y efectivas reacciones ante la barbarie. No me cabe la menor duda de la generalizada profesionalidad y sapiencia del tejido humano que sustenta el engranaje.

Tres son básicamente los aspectos que me han reconciliado con la realidad, tan positiva en este caso. En primer lugar, la rápida y eficaz intervención de la policía —por favor, sin adjetivos—, que recompusieron el rompecabezas de manera ejemplar, en tiempo y forma. Evito cualquier comentario, porque los únicos culpables de todo esto son los terroristas, que, por más medidas preventivas que se tomen, siempre, inevitablemente, tiene capacidad de maniobra. Desgraciadamente, matar no resulta difícil para descerebrados y fundamentalistas. La segunda ejemplaridad está en los servicios médicos y emergencias, creando un dispositivo rápido y eficaz en que la disponibilidad del personal sanitario fuera de servicio mostró su lado más humano y profesional. Y en tercer lugar, la solidaridad ciudadana, mostrada de mil maneras y en las más insospechadas circunstancias. Descender, en cualquiera de los casos, al detalle sería fortalecer la convicción de que vivimos entre gente formidable, que proporciona sosiego y fe en nuestra condición.

Pasados los momentos álgidos de la consternación y la tragedia, llega el clásico espectáculo hispano, promovido siempre por los mismos. Algunos políticos de diverso signo y condición han pretendido, como siempre, hacer flotar la mierda en río revuelto. Acusaciones veladas, celos, supuestas heriditas…, egoísmo e intereses en definitiva. Súmense al grupito de periodistas y tertulianos ultras que tienen la escopeta cargada contra casi todo lo que se mueve. Y algún curita desalmado que no ha superado ciertos momentos de la historia. Mezquindad, manipulación, bajeza moral. A todos les falta un largo camino para ponerse a la altura del pueblo que siente a pie de calle.