AQUÍ TE ESPERO
La cebada al rabo
Estamos tan acostumbrados a que dejen morir los burros, que luego nos sorprendemos cuando abunda tanto la cebada como para echarla a los cuartos traseros del animal. Nos tapan la boca con obras faraónicas, así no podemos decir que no nos tienen en cuenta, pero la mayor parte de las veces se les olvida rematar la jugada. Y así asistimos impotentes a la interminable espera para poder utilizar lo construido. ¿De qué nos sirve un aeropuerto sin vuelos, o una vía estrecha sin trenes, una ciudad del mayor sin una sola silla, una decena de polígonos industriales sin empresas, una autovía veinte años en construcción, o un palacio de exposiciones sin accesos? ¿De qué nos sirve tener carbón si no lo dejan explotar, o pastos si hay que reducir la cabaña ganadera, agua si se la llevan a otros lugares, parajes idílicos si se los apropian las provincias limítrofes...?
El problema sigue siendo el de siempre: tenemos, pero no lo sabemos vender. Es como si se nos agotara el cerebro para pensar en sacar rendimiento a los nuestro. Lo tenemos y punto. Como si con eso estuviera todo hecho. En España apenas tienen idea de lo que representó León en la historia común. La unión a Castilla por dos veces nos ha perjudicado. Si ni tan siquiera nos reconocen como comunidad histórica...
Tenía razón nuestro dibujante Juárez cuando dijo que el alcalde debía enviar otra carta a Puigdemont para que no rectificara y así se siguiera hablando de León. En cualquier otro lugar ser cuna de algo tiene más repercusión que aquí. Por eso buscando el motivo de que estemos como estamos no se encuentra otro que quienes nos han gobernado y siguen haciéndolo son sólo buenos para sí mismos. Aquí nadie levanta la voz ni se opone y nos quieren tapar la boca con cualquier locura, por la que luego tenemos que estar décadas pagando los platos rotos. Al principio de la creación de la Comunidad Autónoma el leonesismo hacía que Valladolid tuviera miramientos, pero hace ya mucho que los diputados pesebreros vendieron su voto por un puesto en la administración. Por eso seguimos la inercia hacia la nada, comprobando como ningunean lo que somos y tenemos, sin quejarnos o haciéndolo en voz baja.
No hay futuro de seguir así. Debemos exigir lo que nos deben, que es nuestro. Hay que levantar la voz para que comprueben que no estamos dormidos y que queremos que terminen lo que empezaron. Ya está bien de esperar.