‘El jarrón roto’
N o era bonito, pero cumplía la misión de todos los jarrones, que es ocupar un sitio que nunca estuvo previsto para él. ¿Quién nos regaló este adefesio? Ahora tendremos que esperar a que se case, o se vuelva a casar, algún amigo no demasiado íntimo para regalárselo a él. Es imposible reconstruirlo si se cayó alguna vez porque sobran piezas. Por eso, hemos decidido encontar a alguien al que le guste, a condición de que no sea chino ni experto en jarrones. El secuestro a la democracia ha vuelto a fracturar España y los independentistas, que tienen más voz que votos, cantan ‘Els Segadors’, que es una bella canción, mientras queman banderas españoles, que es una fea costumbre. Mientras, Rajoy afirma que hará «lo necesario, sin renunciar a nada». Debiera explicarnos qué es lo necesario, pero antes decirnos qué es lo que hará y lo que le dejen hacer. El jueves, sin ir más lejos ni más para atrás, nuestro presidente del Gobierno recibió en la Moncloa a Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, y a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos. Precisamente las dos personas que, excluyendo a Pablo Iglesias, han tenido siempre más interés en echarle. Algo ha cambiado con el «desafío independentista» que aspiraba a cambiarlo todo. La patada a la democracia de la que habla Soraya Sáenz de Santamaría nos la han dado en nuestro propio culo, pero ha agrupado a los irreconciliables. Lo que ahora piden todos al Tribunal Constitucional es una respusta firme de los poderes públicos, aunque algunos puedan menos que otros. Afortunados los que únicamente se preocupan por el ADN de Dalí o por las tres cosas que pueden pasar en cualquier partido de fútbol: que gane uno, que gane otro o que empaten. La frivolidad también puede ser un alivio para los que estamos ahítos de España, que dijo Quevedo cuando miraba los muros de la patria suya.