TRIBUNA
Choque de trenes.. de cartón
D el presidente del Gobierno de España, como de todo gallego que se precie, no se sabe si sube o si baja, si entra o si sale... si se pasa las tardes, encerrado en su despacho, analizando informes u ojeando los diarios de deportes. Como dijo el Sr Churchil de los soviéticos es como una caja dentro de otra caja, dentro de otra caja. Sus palmeros lo proclaman como doctor en prudencia y, por ello, tardo en reacciones: sus detractores como un holgazán sin remedio, incapaz de tomar una medida a tiempo, salvo que se trate de salvaguardarse a sí mismo.
Pero veamos si su actuación en el problema más acuciante que afronta el Reino de España es la correcta o la que nos lleva a un cataclismo. La apuesta de los separatistas de Cataluña se ha concretado en esa Ley de Transitoriedad, que es el marco legal en que quedará asentada la república catalana hasta la promulgación de una constitución en regla. Esa ley se conoció el 29 y rápidamente los portavoces del gobierno se lanzaron a proclamar que jamás se llevará a efecto y sus creadores, que nada podrá impedirlo. A lo cual, los analistas mas cansinos vuelven a resucitar la imagen ya tópica del choque de trenes, cada vez más cercano, a menos de cinco semanas ya.
Leyendo las normas de esa Ley, se constata que la mitad de ellas están pensadas para encubrir los delitos de quienes han defendido el separatismo y beneficiado de la corrupción. La otra mitad ordena las medidas necesarias para hacer factible la separación del territorio de Cataluña: confiscación de los bienes del Reino de España en Cataluña, cese en funciones de la Hacienda de España, control y protección de fronteras y expulsión del ejercito de España.
En estas dos últimas está, a mi entender, el cogollo de la cuestión porque es en ellas donde se decide en verdad la realidad de un Estado: la seguridad. Quizás es en ellas donde se apoya esa bala secreta que, dicen, guarda en la recámara. Y es que no es difícil suponer en el presidente, acusado por su derecha, de lenidad intolerable con los separatistas.
¿Para qué voy a ejercer yo violencia contra ellos mandando a la Guardia Civil a ocupar el Parlamento o encarcelar a los jerarcas de la secesión, como me sugieren los consejeros a mi derecha? No, que la hagan ellos primero. ¿A ver cómo se apañan para expulsar al ejército, a la G. Civil y a la P. Nacional de Cataluña, los garantes últimos de la soberanía española en el territorio?
Jugada hábil, quizás jaque mate. Porque, vale, se hace el referéndum de pantomima, que se hará, se proclama la independencia, que se hará.. y luego ¿qué? Al nuevo estado la reconocen, rápidamente, un selecto ramillete de naciones: Corea del norte, Venezuela, Vietnam, Tayikistan.. una multidud de palmeros del separatismo se hinchan a bailar en la plaza de Cataluña, los jerarcas se hacen sus discursos en el balcón, todos se hartan de cava y se van a dormir.
Al día siguiente, o esa misma noche, los nuevos jerarcas tendrán que tomar las primeras disposiciones ejecutivas. Primera: ordenar la toma de control de las aduanas de Cataluña, y cómo van a echar a los destacamentos de la Guardia Civil de sus puestos si se les ordena que no se vayan? Son los mossos los primeros que tendrán que empezar a disparar. Y más gordo aún, ¿cómo van a expulsar de sus cuarteles a los regimientos de artillería, infantería, y caballería del Reino de España si les ordenan que no se vayan?
Los catalanes, (no se ofendan, por favor) nunca se distinguieron por su ardor bélico. Buenos comerciantes, serán pero bravos soldados... Si dicen que Roger de Flor y sus mesnadas eran terribles, pero ha pasado tanto tiempo de aquello.. No es por ofender pero eso es lo que dice la historia y quizás por eso nunca han sido capaces de hacer realidad sus sueños de independencia. Los portugueses tan mansos, sí lo hicieron.
Vamos que quizás sea este el jaque mate del señor misterioso de la Moncloa, o no, vete a saber, pero mis cábalas no me parecen muy peregrinas. ¿Violencias, nosotros, dicen en Madrid, no, por favor, que empiecen en Barcelona. ¿serán capaces? Yo creo que no.
Así que la nueva Republica de Cataluña se quedará en un limbo, algo atrabiliario, pero quizás es lo que buscan de verdad. Como los ingleses, con el ‘brexit’, «nos vamos pero nos quedamos» o sea somos independientes aunque no nos reconoce ni el gato pero seguimos con España, jugando al Juego de Tronos y así escabulléndonos de pagar por nuestros delitos. Triumphant.