Diario de León
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al día rafael torres
León

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T ras la llamada a capítulo de la Fiscalía al mayor de los Mossos d’Esquadra, señor Trapero, todo el mundo ha expresado su confianza en la lealtad de la Policía catalana ante el desafío independentista, pero mucha confianza no debía haber cuando nadie la había manifestado abiertamente antes de ese toque de atención. Era, ésta de la actitud de los Mossos el 1-O, una de esas cosas de las que, en todo caso, no se quería hablar, en parte, creo, porque la cuestión no podía despacharse con los tópicos y lugares comunes que se emplean tan abusivamente hoy como comodines o sucedáneos del análisis y la reflexión, y en parte porque, en puridad, nadie tenía ni idea de qué demonios iban a hacer los Mossos, o no quería, por temor, tenerla.

Uno no dudaba, ni antes ni ahora, de la lealtad de los Mossos d’Esquadra, pero me parece que ellos sí, o, cuando menos, a quién brindarle su lealtad. A la Ley, sí, pero ¿a la española o a la catalana, instaurada ésta por sus jefes en franca contradicción y rebeldía con la del Estado? Lealtad, sí, pero ¿a quien les paga, el ministerio del Interior español, o a quien les privilegia con sueldos hasta un 30% superiores a los que perciben los policías nacionales y los guardias civiles? Lealtad, por supuesto, pero ¿a qué bandera? ¿A la de España, a la «senyera» que llevan cosida al uniforme y que parece haber desaparecido de Cataluña, o a la «estelada» de la secesión? Lealtad, desde luego, pero ¿al Estado, un ente abstracto, o a sus superiores del Govern (Soler, Form, Puigdemont), con alguno de los cuales ha compartido el mayor Josep Lluís Trapero paella, risas y canciones? Lealtad, naturalmente, pero ¿al Pueblo Español o a esa pequeña pero omnipresente parte de él que en Cataluña defiende la escisión? Como para no dudar.

Lo que ha hecho la Fiscalía, y muy oportunamente por cierto, es echar una mano a los Mossos para desembarazarlos de la duda que, con toda seguridad, les corroía por dentro. Les ha recordado qué son y a qué se deben, una policía española sometida a la Ley y garante de ella. Pese a que, usando un criterio de proporcionalidad, la mitad de los Mossos deben ser independentistas, se les ha recordado que la sociedad española no les emplea y paga por ello, sino para que hagan su trabajo. Y se les ha recordado, claro, cuál es su trabajo. La lealtad de los Mossos. Admirable y heroica lealtad con el aliento de sus jefes políticos en el cogote. Y con sus trapacerías, de las que son maestros.

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