OPINIÓN
EDITORIAL: Luces y sombras de un caso mal gestionado
Ante la insistencia de los medios de comunicación, y después de conocerse la resolución del Procurador del Común, la dirección del Colegio Marista San José de León se amparó ayer en la confidencialidad de los menores para no dar datos concretos del episodio de maltrato escolar que sufrió un niño de ocho años. Está claro que, a la vista de la respuesta, no se puede decir que su actuación haya sido ni la más diligente ni la más justa. Ni se amparó al menor, que fue objeto de bromas y ataques durante varios cursos hasta que su familia decidió acudir al Procurador, ni se puso en marcha ningún cauce interno para actuar contra los agresores. Desde luego, todo el protocolo que dice tener el colegio para estos casos no funcionó, por lo que lo primero que tiene que hacer la dirección marista es mejorarlo para que no se repita una situación así. En el comunicado faltan explicaciones y, sobre todo, encarar un mea culpa ante una gestión con un claro suspenso.
La Consejería de Educación, al menos en este caso, activó la Inspección cuando conoció el alcance de la situación en este centro concertado, como era su obligación, por lo que no se puede decir que faltara a su deber. El acoso escolar es una de las grandes preocupaciones de los padres y es la administración educativa quien debe tomar decisiones si el centro no es capaz de dar una respuesta disciplinaria justa, y menos cuando la única alternativa que se le ofrece al niño fue cambiar de colegio.
El consejero Fernando Rey no suele esconderse en los temas más problemáticos y el maltrato no es un asunto más. El caso es una llamada de atención para encarar una situación que, desgraciadamente, se puede repetir.