Diario de León
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aquí te espero camino gallego
León

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S iempre me ha llamado la atención los largos plazos que tiene todo lo que se hace en León. Con los años he aprendido que si se quiere hacer una cosa, se hace. Y si sólo se quiere quedar bien, se dice y se dan largas hasta que se olvida el personal; que la memoria colectiva padece de alzhéimer y olvida lo reciente, aunque se acuerde de los antiguos agravios...

Por eso con el paso de los años alguien desempolva un proyecto y lo intenta llevar adelante y para la gente queda como su artífice, cuando no hizo más que aprovecharse de lo ya proyectado. Ejemplos y pantanos hay de sobra para los que tienen memoria. Los que no, les da igual a quien atribuir la obra. Mejor si es de los nuestros...

Contaba yo una decena de años cuando escuché por primera vez en casa hablar de un proyecto que iba a derribar un montón de viviendas dos calles más allá para abrir una gran avenida que sacara hasta el Espolón el tráfico de la parte baja de la ciudad, alejándolo de las murallas y los cubos.

Desde entonces ha llovido mucho, a pesar de las sequías que caben en cincuenta años, pero no se ha hecho nada. Bueno, con la excepción del derribo de la preciosa casa leonesa que miraba para la plaza entre las calles Fernando I y Alfonso el Justiciero y cuyo solar hoy mitiga la escasez de aparcamientos en la zona. Lo recuerdo con nitidez, porque era la casa de la abuela de Isidro, uno de los chicos de mi pandilla juvenil, en cuyos anchos alféizares se apoyaba su familia y departíamos a la fresca en las noches de verano, cuando las chavalillas todavía íbamos al caño de la cárcel a por agua antes de la cena.

En estos diez lustros se ha hablado de vez en cuando, pero no se ha hecho nada, especialmente porque nunca hay dinero para las expropiaciones. Ahora el Ayuntamiento anuncia casi cuatro millones modificando el presupuesto para adquirir las 25 parcelas que faltan para completar el trazado de una obra necesaria para descongestionar la ciudad y alejar el tráfico de la muralla con su peatonalización.

Me alegra que por fin una corporación saque adelante el proyecto que se les resistió a las cinco anteriores, pero por si acaso lo de las pequeñas dosis se queda en el anuncio, yo, como Santo Tomás, felicitaré a Poridad cuando la obra esté concluida. Tras conocer sus buenos deseos hay que esperar que los lleven a cabo. Suerte para lograrlo.

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