HOJAS DE CHOPO
Sin respuestas
La calle está preocupada y llena de preguntas. Las hace en silencio, consciente de que difícilmente hay respuestas. Y cuando las hay parecen recubiertas del velo de la permisividad, del todo vale, del brillo impostado de la normalidad. «Aquí —parecen decir— no pasa nada. Todo va bien. De puta madre». Los ojos de una buena parte de la ciudadanía se abren, interrogantes e incrédulos. Y me dejan algunas preguntas, de las miles posibles.
¿Por qué un exministro, de apellido con nombre de provincia, mantiene/mantuvo una escolta de ocho policías y dos coches quince meses después de dimitir? A 4 de julio de este año la escolta le supuso al Estado 250.000 euros. «Utiliza —titulan algunos medios— vehículos camuflados de la policía para atender sus negocios privados».
¿Por qué el Senado incumple la obligación de publicar los gastos de viajes de los parlamentarios cada tres meses, a pesar de que en 2014 el partido en el gobierno y el principal partido de la oposición acordaron hacer transparentes los gastos? Tomen nota: las dos cámaras gastaron en viajes 5.760.507 euros. Sin explicaciones. A esto lo llaman transparencia. Hablando de viajes, mis contertulios de vino y barra me proponen dos más: ¿Por qué un ministro utiliza no tanto la embajada sino su coche oficial durante sus vacaciones en Ecuador? ¿Por qué el Juan Sebastián Elcano se convierte en crucero para unos pocos? Tampoco esperan respuesta. Pero bueno, aprovechando el período vacacional, uno añade la suya propia: ¿Por qué sus señorías mantienen durante las vacaciones las dietas por desplazamiento y el plus de residencia los que viven fuera de la capital del país? «A uno —apunta el más callado de los presentes— no le vendría nada mal este chollo». Y volvió a callar.
¿Por qué más de medio centenar de exaltos cargos de la Administración Autónoma Vasca —o sus herederos— perciben un complemento de pensiones con cargo a las arcas públicas para garantizarles un 50% del salario actual que ocuparon en el pasado? El silencioso apostilló: «Ya me gustaría». Y volvió a callar.
Se animan con las preguntas. Les advierto que el espacio no da para más. «Mira a ver si entra esta», me ruega otro, apurando el vino: «¿Por qué esa tendencia a la supresión de las centrales térmicas, alegando polución, y la insistencia de crear en esta ciudad la planta de biomasa?». Las preguntas quedan en el aire y en el aire permanecerán. Pero bueno, quedan hechas. Por si acaso. Buenos días.