Quejas de profesionales y pacientes que siembran dudas sobre la sanidad

La unanimidad y la reiteración de las quejas sindicales, que ayer se concretaron en denuncias formales presentadas ante las gerencias de atención primaria y especializada, pone una vez más de relieve las carencias cada día más evidentes en el servicio y el empobrecimiento de la prestación que recibe el usuario. Más allá de la escasez o inexistencia de los equipos de protección individual de los trabajadores en los centros de salud de la provincia, especialmente cuando realizan desplazamientos, lo que realmente retrata de manera fidedigna la situación es el desorden al que se ha llegado en el servicio de urgencias del Hospital de León, no sólo por la frecuencia con que se satura, sino por el hacinamiento de los pacientes y la precariedad en las posibilidades de prestación del servicio por parte de los profesionales por la falta de espacio. Convertir un box de seis metros cuadrados en dos separados sólo por una cortina y donde tienen que buscar acomodo pacientes, acompañantes, médicos y auxiliares es un atentado no sólo contra la seguridad en el trabajo porque limita la capacidad de realización de maniobras por parte de quienes prestan el servicio, sino también contra la intimidad del paciente que lo recibe, exponiendo peligrosamente a unos y otros a los malos olores y al riesgo de infecciones.

No menos lamentable resulta la pérdida de profesionales que sufre no sólo la provincia, sino en general la comunidad autónoma: 257 médicos que aprobaron la oposición para médico de familia están en el trance de buscar su oportunidad fuera o renunciar a esa plaza por falta de estímulos laborales en un entorno de desmoralización causado por la deriva de la sanidad a criterios puramente economicistas.