Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

Lo positivo del proceso independentista

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T odo el mundo analiza la situación desencadenada por los independentistas como algo negativo, incluso aburrido y cansino. Pero entiendo que también hay aspectos positivos en este turbio asunto.

La primera consecuencia positiva que tiene el denominado “proceso” es que los independentistas han cometido el error estratégico de plantearlo en un momento inoportuno. Si hubieran esperado unos años más, quizás sus pretensiones contarían con los elementos necesarios para tener éxito.

Con un poco de más de paciencia, sólo un poco, esa labor de zapa que han venido haciendo a España durante décadas hubiera contado con el suficiente apoyo social en Cataluña. De seguir por el camino actual de nazificación de los niños inoculándoles su odio a España, con un par de generaciones más, serían sin duda mayoría. Y es que el adoctrinamiento en las escuelas les ha dado muy buen resultado.

Pero no, no han esperado y todavía en Cataluña quedan muchas personas que no han olvidado sus raíces y no se identifican con los independentistas. En todo proyecto estratégico, la oportunidad temporal de las acciones es determinante. Que se lo digan a Hitler quien manejaba los tiempos con suma habilidad pero sin renunciar nunca a su objetivo. Así fue como alcanzó el poder en Alemania.

Debe precisarse que determinados hechos han podido influir en la decisión de lanzarse al abismo por parte de los sediciosos. La necesidad de conseguir inmunidad para todos los procesados judicialmente que militan en sus filas y deben responder de una pléyade de delitos de todo tipo y condición, unido a la adhesión enfermiza al poder, junto con una no muy elevada cualificación profesional, forman una red que sólo les puede llevarles a un paraíso intelectual yonki en el que viven. Paraíso que generaría, en caso de salirse con la suya, no un paraíso fiscal, sino un estado zombie. Pero no, no lo van a conseguir.

También es positivo que hemos descubierto que la mayoría de los catalanes son también buenos españoles y gentes de orden que respetan la democracia y las leyes. Aquí debemos reconocer nuestra culpa por habernos dejado vencer por la propaganda independentista. Eso lo han hecho muy bien como demagogos que son. Nos hicieron dudar de la adhesión del pueblo catalán y de su solidaridad respecto del resto de españoles. Hemos comprobado que no es así. Por cada estelada, tres banderas nacionales, por cada grito de odio, tres gritos de apoyo y unión, en fin, por cada independentista, tres buenos españoles, recios y honestos como es nuestra tradición histórica.

No quiero olvidarme del resurgir nacional en el resto de España. En un país como el nuestro, el único que conozco en el mundo, en el que en las escuelas no se les enseña a los niños el amor por su país, la adhesión a la patria, al menos el respeto por ello, que es lo mismo que el respeto por nosotros mismos, un sentido de orgullo nacional responsable ha reverdecido en toda España.

Parece como si fuera un milagro. Antes de todo el lío que ha formado esta banda, si decías que te sentías español, sonaba al menos raro. Ahora, estos genios independentistas han conseguido llenar todos los balcones de España de banderas nacionales y aunar a todos los demócratas bajo nuestra bandera. Incluso muchos han aprendido que en su origen fue la bandera de la Marina. Por todo ello debemos darles las gracias a los independentistas.

Esto no es más que un breve relato de las virtudes el proceso independentista. Quizás no contaron con que España, es mucha España. Es difícil destruir más de 500 años de unidad, alegrías, penas, pero siempre escribiendo la historia del mundo. No contaron con que todavía nos quedan restos del sano y sobrio orgullo que sentían nuestros antepasados de ser españoles, incluidos los catalanes. Ahí está la historia, ahí están las catedrales, universidades, el idioma llevado por todo el mundo, eso son hechos y no una historia localista creada artificialmente para justificar una secesión. La verdad sólo tiene un camino y siempre se impone.

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