EDITORIAL | Las Médulas: la misma vergüenza y sonrojo dieciocho años después

Todavía se recuerda muy bien en el Bierzo el desconcierto y la mueca desencajada de Luis del Olmo, entonces presidente de la fundación, y de las autoridades provinciales y autonómicas cuando en septiembre de 1999, durante una visita real a Las Médulas, doña Sofía preguntó qué era aquel «cráter» que se veía al fondo del escenario idílico de la excavación romana convertida en Patrimonio de la Humanidad. «Una cantera de piedra», debieron contestar avergonzados quienes se encontraban más próximos, seguramente sin querer ni poder dar más explicaciones que las justas para no agravar el sonrojo. Pues bien, dieciocho años después la fotografía, la vergüenza y el sonrojo siguen siendo los mismos, si bien la actitud del nuevo alcalde de Carucedo es radicalmente distinta a la de su predecesor, aun siendo del mismo partido político. La exigencia del socialista Alfonso Fernández de que se busque una solución choca, no obstante, con la situación de bloqueo en que se encuentra la explotación, en proceso concursal y, por tanto, a la espera de la decisión del administrador.

Todo lo que ha rodeado siempre a la polémica cantera de Catisa tiene trasfondos tan enrevesados como indignantes y pretender que a estas alturas existan los avales que se exigen previamente al inicio de la explotación para garantizar la restauración del entorno es sólo una ensoñación, razón por la que se mira a la Junta —que a su vez siempre miró para otro lado en esta cuestión— no sólo para que afronte el proyecto, sino también para que lo agilice. Esa vía la acaba de abrir la administración autonómica en el caso del pozo Nueva Julia, el cielo abierto de Babia cuya restauración ordenó ejecutar el Tribunal de Justicia Europeo con un coste, ya previsto en los Presupuestos de Castilla y León para 2018, de 7,5 millones de euros, 25 en tres años. Las Médulas, una referencia turística de primer nivel, bien merece al menos la misma atención.