Diario de León

CUARTO CRECIENTE

El otoño que no llega

Ponferrada

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El otoño no llega. Los incendios nos han acechado hasta bien entrado el mes de octubre. No llueve apenas y este año las cosechas han sido más cortas. Casi no se recogen castañas en los sotos, y donde lo hacen las roban, como ha ocurrido con las cuatro toneladas que han desaparecido de una nave de la cooperativa Gistredo en Noceda. Casi no hay setas, tampoco. Y con los embalses vacíos, asoman las ruinas de los pueblos sumergidos, los puentes que no volaron cuando inundaron los valles.

Noviembre empieza igual de seco. La térmica de Compostilla humea desde hace un par de semanas, quema carbón de nuevo después de tres meses parada y es un alivio para un sector arrinconado y en peligro de extinción. Pero encoge el corazón descubrir que en los días soleados la misma boina de contaminación que envolvía a la olla del Bierzo en los últimos años ha vuelto a aparecer en el cielo, como un aviso.

«Ya tenemos suficientes chimeneas», dicen en la plataforma Bierzo Aire Limpio para oponerse al proyecto de la central de biomasa que la empresa Forestalia, con el apoyo de la Junta de Castilla y León, quiere instalar en Cubillos, no lejos de la térmica. Y aunque la empresa lo niega, en la plataforma que ya se opuso a la quema de residuos en la cementera de Cosmos en Toral –y la movilización social fue definitiva para alejar aquella amenaza- están convencidos de que la central de biomasa es el eufemismo que esconde una nueva incineradora.

No hay árboles suficientes en el Bierzo para que la central sea rentable, nos advierten los ecologistas en sus alegaciones. Y aunque la empresa lo vuelve a negar, temen en Bierzo Aire Limpio por los efectos de las emisiones en la salud, en la calidad de la producción agraria, en el aire que respiramos. Y es un temor razonable.

«El futuro del Bierzo será agrario y turístico o no será», es otra frase que pronuncian en la plataforma. Y es evidente el cambio climático. El calor del verano, que se alarga. La lluvia desaparecida. El otoño, que no llega. Pero si el futuro que nos queda en el Bierzo es volver todos al campo o dedicarnos a la hostelería —¿qué pasa con la innovación, con las nuevas tecnologías, con la industria transformadora, qué pasa con la ciencia y la universidad y con aquel embrión de una ciudad de la energía?— mejor vamos haciendo las maletas aquellos que no encajamos con esa Arcadia rural.

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