EDITORIAL | Complejo encaje de intereses en el casco histórico
La unión de un grupo de propietarios de locales del casco histórico de León para defender la apertura sin trabas de más bares reabre de algún modo el complicado debate sobre la coexistencia de los distintos intereses y derechos que se generan en la parte antigua de la mayoría de las ciudades. Parece totalmente incuestionable que los vecinos se merecen una calidad de vida que pasa por unas limitaciones en los horarios y en el ruido, que se ha buscado en León con la llamada ZAS (Zona Acústicamente Saturada). Pero existe otro elemento que no debe perderse de vista y es la propia supervivencia del casco histórico y concretamente de sus edificios. Es cierto que la existencia de vecinos es la mejor fórmula para que los edificios se restauren y se conserven, pero también parece importante que los bajos tengan un uso para propiciar esa vida que dé continuidad al casco antiguo. Y ahí es clave que se propicie la actividad económica, evitando un monocultivo de la hostelería, a la que nadie puede negar su papel fundamental como motor económico del barrio.
León debe apostar porque toda su parte histórica disponga de la mayor actividad posible. Y eso pasa por conseguir que ese comercio que tradicionalmente existió en la zona siga presente, frenando la tendencia al cierre que se sucede en los últimos años. Los locales vacíos, si encima no existen vecinos, son la peor fórmula posible para conseguir conservar el casco histórico de León.