Un mes
S erá en la víspera del popular sorteo de lotería de la Navidad y tres días antes del derbi liguero Real Madrid-Barcelona en el Bernabéu. Queda ya sólo un mes para que los ciudadanos de Cataluña puedan acudir el jueves 21 de diciembre a las urnas y en este caso sí, votar legalmente para elegir al nuevo Parlamento de esa Comunidad Autónoma del que saldrá el próximo Presidente de la Generalitat.
A treinta días de esas elecciones, la pregunta del millón es si estas servirán para arreglar poco, mucho o nada, la situación creada en Cataluña a raíz del proceso secesionista llevado a cabo en los últimos tiempos por los partidos independentistas. Un proceso que obligó al Gobierno de la Nación, previa aprobación en el Senado, a aplicar temporalmente el famoso artículo 155 de la Constitución, aunque el Presidente del Gobierno decidiera de forma simultánea a esa aplicación, disolver el Parlamento de Cataluña y convocar elecciones para el ya citado 21 de diciembre.
Las encuestas que se van conociendo en estos días previos al comienzo oficial de la campaña electoral no contestan de forma categórica a la pregunta del millón. Las fuerzas independentistas —ERC, PDeCat y la CUP— están rozando, escaño arriba, escaño abajo, la mayoría absoluta para poder reeditar, si fuera el caso, la mayoría parlamentaria que han tenido en la última y convulsa legislatura, en la que aprobaron las leyes que permitieron convocar el referéndum ilegal del pasado uno de octubre y posteriormente declarar —de forma simbólica dicen ahora— la República Independiente de Cataluña. Otro dato relevante que arroja las encuestas es que el llamado «constitucionalismo», aunque crece en votos y escaños, se encuentra bastante alejado de la mayoría absoluta para poder formar gobierno.
Las elecciones en Cataluña del 21-D van a ser muy importantes no sólo para el devenir de esa Comunidad Autónoma, sino para el resto de España. Si vuelven a gobernar los independentistas es previsible que estos no renuncien a seguir con el denominado «proces» aunque sea con ritmos y formas diferentes. Si no ganan y hay un gobierno en el que pueda estar el PSC, ERC y la marca catalana de Podemos, el esfuerzo de estos se dirigirá a conseguir una reforma constitucional que reconozca el derecho a decidir y por tanto la posibilidad de un referéndum legal pactado, lo cual abriría la puerta a las reivindicaciones nacionalistas-separatistas de otras Comunidades Autónomas, como el País Vasco, Navarra, Baleares, Galicia o Comunidad Valenciana. En definitiva, unas elecciones trascendentes las del 21-0 que pueden no resolver la situación en Cataluña y además, agravar el problema de cohesión territorial en el que vive España desde hace unos años y que se ha agravado por el órdago independentista vivido en Cataluña.