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León

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Una guerra de

batallas inanes

G uerra demasiado larga para tan poca cosa. Ha bajado una enormidad el nivel de excelencia de los políticos españoles en esta legislatura. En otras había una trama, pero en ésta ni el mero intento de poner en práctica un contenido y un argumentario acorde con la finalidad de la política sana y leal. ¡Qué cara Pedro Sánchez y Pablo Iglesias! Por referirnos a dos de los más sonados líderes del negocio, embobados en atacar a diario como su principal y única tarea la corrupción del único partido que trabaja con tino y sin él a veces —desesperanza y frustración ante Gobierno y oposición— y el consiguiente bajón acusado en las recientes encuestas, contra lo que esperan del gobierno los ciudadanos adversarios, y afiliados

Desde la Transición la clase política ha convertido poco a poco el poder en un excelente negocio. No hay quien cobre más a cambio de hacer menos alejados del nivel de trabajo que les exige la actividad más honesta y leal que debería ser, más allá de la pura retórica barata e inerte que caracteriza sobre todo a los jóvenes primerizos.

Y a algunas ilustres beldades fuera del Congreso incapacitadas para labor exigente de los grandes ayuntamientos: Dos ejemplos sólo muy significativos las alcaldesas o ‘alcahuetas’ intelectuales teóricas y prácticas de las dos ciudades más representativas del país, apoyadas en equipos imberbes para fin y objetivos que persigue el país y cada uno de los ciudadanos.

A la política se viene aprendido. ‘ebrios’, vagos, desinformados, meros paseantes y simples oidores que ocupan a diario los escaños honorables en la institución política sostenedora de la España democrática.

Huelgas a deshora y movimientos de calle, sin ocupación dentro del bello edificio del Congreso.

Hay gestos individualizados frecuentes y poco decorosos como saltarse el protocolo en un desfile armonioso dentro del palacio ante sus majestades por algún líder con matrícula poco adecuada a la ocasión. Innumerables divergencias desordenadas en la situación más comprometida nunca vista en la historia de España: la secesión ideologizada con farsas y mentiras ante los entes europeos e internacionales.

Asentados bajo el paraguas de unos resultados de votación inverosímiles, e incrementados, La directriz base de la democracia y otras instituciones anejas atropelladas por líder y acompañantes carentes del seny tradicional característico, de respeto y amor a la nación que dicen les roba economía y cultura.

La oposición tan sonora de ‘somos la izquierda’ y otras cada cual por su parte y a su aire inventando unos porcentajes porcentuales falsos corriendo por las redes nacionales e internacionales emanados de una Cataluña privilegiada e idealizada, al son de su propio ritmo desigual de las demás autonomías. No se entiende la petición de reforma de la Constitución si se trata sólo del aumento de privilegios y cesiones gratuitas económicas y políticas sin el debido control. Sólo por acallar ciertas voces. Un gran número de funcionarios desleales como se ha visto en ciertos independentistas con más cobre que el resto de funcionarios de otras autonomías a cambio de trabajo y respeto nulo dejando en feo la labor que les corresponde de defensa de ambos: Constitución y Estatuto.

Les cumple a algunos líderes catalanes engrosar las cifras inventadas de un referéndum ilegal con falta de organización y medios costosos sin remunerar ni saber cómo lo lograrán. Referéndum hecho valer sólo aparentemente por lo ilegal y las condiciones infrautilizadas con triple chantaje: votación, recuento y resultado.

Y sigue Ada Colau con su retórica inmadura: «El presidente Rajoy no me ha hablado, pero es momento de hablar» dice en TV3 y otras privadas. ¿Cómo te va a hablar tenida cuenta de calumnias, insultos personales enunciados previamente? No es propio de una representante en la cumbre, ese proceder. Y Junqueras al unísono, se desgañitaba pidiendo diálogo, sin insultos que sepamos, pero a la deriva, sin contar con el regreso previo al orden constitucional. Libremente os desmandasteis, libremente es preciso descorrer el camino mal andado. Mientras eso no ocurra abandonad el lenguaje falso y arbitrario, no sólo el insultante, y despersonalizado de radicales.

El motín que diluyó la declaración independentista. Sí, suspendido, luego votado por 70 desmandados, ¿sabe el señor Puigdemont las veces que televisión dicta su gesto ridículo de firmas informales? Sólo queda ser serios, amigos.

Ángel Carvajal Carrera. leóN