EDITORIAL | Problemas en la atención sanitaria en el medio rural: lo que hay y lo que falta

«Hay pacientes que sufren porque no hay médico en toda la semana, la gente es mayor y se pone muy nerviosa. Ya no es indignación, es preocupación». Ese testimonio de una vecina de La Valdería retrata de una manera cruda y fidedigna la situación de la atención sanitaria en el medio rural y las graves deficiencias del sistema actual y de la prestación del servicio. Tras las reiteradas denuncias de los pueblos hay evidencias innegables: las bajas médicas e incluso a veces las vacaciones no se cubren, en muchos consultorios no hay Internet, o al menos grandes dificultades para acceder a los historiales, y hay también carencias de medios de transporte regular, lo que por ejemplo obliga a la junta vecinal de Nogarejas a costear con fondos propios el traslado de los vecinos al consultorio en un microbús con conductor.

A todo ello debe añadirse la sobrecarga asistencial por falta de medios, infraestructuras y personal, retribuciones que no se corresponden con el trabajo y la cualificación, aumento de los procesos y una inevitable desmotivación y desilusión en los profesionales sanitarios.

Esta situación, que tira por tierra los propósitos de las administraciones de fijar población en el medio rural, sólo tendrá solución si se resuelven las desigualdades y el aislamiento del profesional, que con frecuencia asume tareas ajenas a la medicina (administrativas, de enfermería o conductor en vehículo propio) y se ponen a su disposición todos los medios necesarios. La atención sanitaria en el medio rural es un valor importantísimo dentro de los sistemas sanitarios, pero la conversión del consultorio en un mero dispensario de recetas limita la oportunidad de practicar una medicina de calidad con mejores recursos y profesionales motivados, a los que se debería reconocer con mayor frecuencia la gran labor que desempeñan.