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EL MIRADOR Fermín Bocos
León

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V a por ahí diciendo el gran Rafael Sánchez Ferlosio que lo de Cataluña aburre. Tanto como un partido de fútbol que acaba en empate a cero. Desde luego, no le falta razón. Y tampoco olfato porque vistas las últimas encuestas sobre intención de voto y analizadas las expectativas de los diferentes partidos que concurren a los comicios del 21 de Diciembre, todo apunta a que la cosa va a quedar en un empate entre separatistas y constitucionalistas.

Es lo irónico de la situación porque el empate (en votos o en escaños) nos devolvería a la casilla de salida. A la situación del Parlament anterior al acto sedicioso en el que el hoy prófugo Carles Puigdemont con el apoyo de la mitad de la Cámara (partidos secesionistas: mayoría en escaños, minoría en votos), proclamó la independencia y de paso la República más efímera de todos los tiempos. Ocho minutos de vigencia. De aquellos días y los que vinieron después cuando el Gobierno de España echando mano de la Constitución (artículo 155) disolvió el Parlamento autónomo y destituyó a los miembros del Govern sedicioso prima la sensación de alivio que emana de la normalidad social que reina en Cataluña. Alivio que no han conseguido alterar ni las patéticas proclamas que lanza desde Bruselas el huido expresidente de la Generalitat, ni las soflamas de los diferentes líderes políticos volcados en la berrea de la campaña electoral.

No sería exacto decir que el grueso del personal pasa de la campaña porque hay gente que va a los mítines y porque es tanta la oferta mediática alrededor de las expectativas que rodean los comicios que en Barcelona bar en el que uno entra a tomar un café o una caña, televisor que está encendido y ocupado por debates entre políticos o por tertulianos hablando de lo que dicen los políticos. Cosa diferente es el interés con el que los parroquianos siguen el hilo de los que farfullan en la pantalla. Mi impresión es que salvo los convencidos (excluyo a los fanáticos que lo suyo es patológico), el resto de los ciudadanos ofrece síntomas de cansancio. Son muchos meses de lo mismo. Y a la postre, la polca separatista termina por aburrir. Lo malo es que la cosa puede concluir en empate. De ser así, mucho me temo que tendremos más, mucho más de lo mismo.