Cerrar

TRIBUNA

El enjuague catalán y el hazmerreír de Europa

Publicado por
Andrés Mures sociólogo, analista político y experto en Relaciones Internacionales
León

Creado:

Actualizado:

C ada vez que Rajoy aparece en los medios televisivos, o cualquiera de los ministros de su círculo íntimo, la diversión está servida. También el cabreo de no pocos conciudadanos que ven cada vez con mayor claridad, que este pasota que dirige los designios de la nación, trata de tomarnos a todos por disminuidos psíquicos. Hace unos pocos días, primero el insigne Mariano y poco después esa lumbrera que es Guindos, trataron de convencernos que en Cataluña, gracias a la aplicación del malhadado 155, todo estaba volviendo a la normalidad. Decía Guindos (éste era el que se relamía viéndose ya coronado como presidente del Eurogrupo, pensando que en Europa son tan imbéciles como muchos de aquí) que una vez celebradas las elecciones del día 21, la normalidad vendría de nuevo a Cataluña, las empresas irían poco a poco regresando (palabras textuales en TVE-1) el 155 dejaría automáticamente de aplicarse y volverían lasa cosas a su ser.

Uno, en oyendo estas sandeces, la verdad es que no sabe qué pensar. Si el ministro se ha vuelto tarumba, si habría ingerido alguna bebida espiritosa, si algún calmante gripal, ahora que es el tiempo, le habría afectado momentáneamente el normal discurrir y actuar de las neuronas, en fin, es un enigma lo del simpar Guindos, uno que prometía, al igual que Soraya Santamaría, y la realidad de los dichos y los hechos los ha dejado a ambos en la cuneta de la sinrazón.

Mariano miente como un bellaco insistiendo en el 155, norma que le costó Dios y ayuda de la Santísima Trinidad para proceder a una aplicación de sucedáneo. Un 155 blandengue, descafeinado y falto total de sabor. Cocomocho Puigdemont, que no está tan chiflado como parece, aunque es cierto que en sus cabales tampoco parece estar aposentado, ha ido ganando día a día la batalla mediática con apariciones en diferentes medios con actuaciones circenses plagadas de disparates y barbaridades, pero que muchos le aplauden y la cosa le está resultando muy positiva. La prueba es que hace 15 días ya le daban por amortizado (muchos de su proximidad) y ¡ay amigo! parece que el hacer el payaso le está saliendo pero que muy rentable.

Tanto es así, que el antropoide Tardá de Esquerra, el rufián parlamentario Rufián, la Rovireche y otros más de primera fila de los separatas, están que trinan porque el loco está resultando ser más listo que ellos. Y sigue el circo y el sainete, mientras nuestro socios europeos se mondan de risa, por emplear una expresión suavísima; la realidad es que se tienen que agarrar las partes pudendas con ambas manos al ver la ristra de eunucos que todos los días desfilan por los diferentes medios hablados, escritos y telenovelados. soltando barbaridades cada vez mayores con el discurrir de los días. El problema de mayor calado, no es ya solamente Cataluña, es que las derivaciones van tomando cuerpo en el País Valenciano, en Baleares y parsimoniosamente en Galicia, donde si no existiera un Núñez Feijóo (lo mejor que tiene el PP con diferencia), habría que ver a las Mareas tomando las calles de Coruña, Vigo y Santiago.

A ello hay que añadir la eterna canción de las Vascongadas, donde se han cambiado las pistolas por los fajos de billetes. El concierto es un bien constitucional, de momento intocable, pero nadie habla de ello con la tan cacareada reforma constitucional (¿verdad amigo Sánchez?). Otra cosa diferente es el cupo, y ahí si Mariano fuera digno y cabal, no habría dejado que los que más tienen se lleven aún más, dejando a los demás en la penuria.

En España se hacen manifestaciones por cualquier nimiedad, pero cuando llega la hora de abordar temas trascendentales para la política nacional de ahora y del futuro, una inmensa mayoría mira correr las nubes y escucha el run-run de los gorriones en los árboles.

Practicamos, empezando por los políticos de las diferentes admininistraciones, una gobernabilidad de pacotilla basada en el clientelismo barato. Mariano ha cometido la enorme estupidez de convocar elecciones en una Cataluña rebelde y montaraz, en el momento menos adecuado. Todo seguirá igual y los que ha puesto el amigo Larena en la calle en una soez maniobra que retuerce el elemental sentido de la justicia, siguen en las mismas mofándose de él en primer lugar, y de todos los demás (incluidos nosotros los de a pie) a renglón seguido.

La batalla catalana ha tenido trascendencia. Canales internacionales como Al-Jazeera, France 24 (edición inglesa) Request Bussines de la CNN americana, o incluso el mayor canal de información económica, Blomberg, han dado abundante información al respecto, ello sin citar a los medios escritos, donde The Guardian, Le Figaro o The New York Times , no han mostrado una imagen idílica ni de España ni del Gobierno de Rajoy. Posteriormente ha habido tibias rectificaciones, Le Monde, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Der Spiegel y poco más. Mientras, la «normalidad catalana» de la que hablan Rajoy, la Santamaría y Guindos, tiene su reflejo en la Cuatro, La Sexta y no digamos en TV3 y todos los demás medios dependientes de la Generalitat, donde más de un centenar de altos cargos han seguido en sus puestos riéndose a carcajada limpia de las sandeces de la Santamaría y de Méndez de Vigo (Méndez de Nada). Y es que, como dice un ilustre y prestigioso comunicador, en España hay más tontos que botellines, y aquí bebemos mucha cerveza.

Rajoy es un personaje que distorsiona la vida nacional de una forme absolutamente sorprendente. Esto es: no haciendo absolutamente nada; meciéndose en la tumbona que mandó instalar en el ala oeste de Moncloa a los pocos meses de aterrizar allí con 183 diputados en la mochila y mayoría más que solvente en el Senado. Hoy, seis años después, rodeado de una caterva de mentes inocuas (Soraya, Vigo, Catalá y el vampiro Montoro), va dando palos de ciego con unos escuálidos 137 escaños a la espalda.

Ahora, el día 21, el pobrecito Albiol, si la Virgen del Pilar no lo remedia (la Moreneta de Monserrat desde luego que no) se verá con seis, no más y trasladado al cuarto de los ratones, es decir, al grupo mixto. Este es el resultado de una política ruin, miserable y cobardica. De esta forma, vimos correr a los GRS de la Guardia Civil huyendo de una horda de malnacidos que querían lincharlos. Otro tanto pasó con los antidisturbios de la Policía Nacional. Se les llevó a una ratonera, y encima sale Zoido, que parecía que prometía, diciendo el día de la huelga general que «salvo escasos y mínimos incidentes» todo ha sido normalidad, que es últimamente la palabra que está escrita con grandes letras de molde en la mesa del Consejo de Ministros.

España es un país gobernado por un señor que solamente piensa en sí mismo. Por un grupo político embarrado hasta el tuétano, enfrentado a una oposición cuyos exponentes son un señor como Sánchez-no-no que no tiene dos idea cabales en esa mente rodeada de serrín. O Iceta (Ijeta dicen algunos), paladín del tripartito con Montilla y Carod-Rovireche, que ha sido, de la mano de Zapatero, el embrión y desencadenante (gracias a Mariano) de la situación que se vive en Cataluña, de cerrazón, sectarismo y odio, y que tiene sus prolongaciones en la Comunidad Valenciana y en Baleares.

Por mucho calor que ponga en la campaña la bella Inés y por mucho afán de Albert, las cuentas no salen. Iceta nunca votará la investidura de Arrimadas; de la otra parte del río, a poco que sople el viento a favor, veremos a la Forcadell (u otra similar) dirigiendo la orquesta del Parlament. Al tiempo. Entre ellos se amagan, quizá alguna voz más alta que otra, pero no se arañan. Son otra cosa, de «más por encima» que diría un castizo zumbón.