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panorama antonio casado
León

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E n vísperas de la jornada electoral del 21-D, veo en la tele un debate a siete. Uno por cada candidatura.

Los nacionalistas han mandado a los subalternos y eso resta interés al cruce de recados. Los habituales entre bloques: los nacionalistas meten en el mismo saco del 155 al los constitucionalistas (ataque al autogobierno y Estado represor que golpea a los patriotas catalanes y encarcela a sus dirigentes). Y los constitucionalistas replican con las consabidas acusaciones a los nacionalistas (enfrentamiento civil, fuga de empresas, aislamiento internacional de Cataluña, como efectos de la irresponsable operación separatista).

Más significativos resultaron los mensajes de ida y vuelta dentro del perímetro de cada bloque. En general, sin palabras. Basta ignorar al competidor.

Así se expresaron, en silencio, los mutuos recelos entre los antiguos socios independentistas: la ERC del preso Junqueras y los ex convergentes del fugado Puigdemont, representados en el debate por Carles Mundó y Josep Rul.

Más o menos igual ocurría entre los dos rivales del otro bando: el socialista Iceta y la candidata de Ciudadanos, Arrimadas. Ambos con posibilidades, más o menos remotas, de llegar a la presidencia de la Generalitat. La segunda, porque puede ser primera fuerza, según no pocos sondeos. Y aquel, el líder del PSC, porque puede ser presidente por descarte. Es decir, como mal menor, al aparecer con los pies posados uno a cada lado de las orillas del conflicto y ofrecerse como adalid de la transversalidad.

Lo demás es pura banda sonora de la campaña en su recta final. Cada loco con su tema. Xavier Doménech, de Cat.EnComú-Podem, y su palabrera sed de «mayorías progresistas» menos identitarias y más preocupadas por la gente. Arrimadas, de Ciudadanos, con su voluntarista plan de choque para el retorno de empresas alérgicas al «procès». García Albiol, del PP y su sueño tecnológico de un Silicon Valley catalán. E Iceta, del PSC, con su plan de empleo a partir de una inspección de trabajo bien dotada para combatir la economía sumergida.

Los representantes del «procès» separatista, alineados hasta ahora en JxSi-CUP, ahora van por libre. Pero sin salir de la burbuja que les aleja de la realidad. El de la CUP, Vidal Aragonés, dejo clara su misión en la vida: «construir la república catalana». Rull, de JxC, prometió a los presos que «el pueblo os sacará de la prisión. Y Mundó, de ERC, se disfrazó de víctima porque a alguien se le ocurrió mencionar el adoctrinamiento independentista de los niños catalanes en las escuelas.

Con estas mimbres se hará el cesto. La suerte está echada en vísperas de la jornada de reflexión. El cesto, tras el recuento del jueves por la noche.

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