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Publicado por
panorama antonio papell
León

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En las últimas elecciones generales, celebradas el 26 de junio de 2016, el PP y el PSOE obtuvieron conjuntamente el 55,64% de los votos (en 2008, antes de la ruptura del bipartidismo imperfecto y de la irrupción de las nuevas fuerzas, habían obtenido el 83,31%). En las últimas elecciones catalanas del 21 pasado, PP y PSC-PSOE han obtenido conjuntamente el 18,12% de los sufragios. Este retroceso en Cataluña de los grandes partidos estatales que ya ni siquiera alcanzan la quinta parte del electorado es sintomática, y, además de ser una de las consecuencias de la polarización impulsada por el independentismo, constituye un nuevo episodio de la recomposición del mapa electoral del Estado tras el surgimiento potente, a lo largo de la legislatura 2011-2015, de Ciudadanos y Podemos. De modo que la significación del fenómeno es doble: por una parte, refleja los cambios que experimenta el sistema de representación a nivel estatal y, por otra, expresa la defección de los partidos estatales en Cataluña. El análisis debe efectuarse, pues, en ambos planos.

Desde el punto de vista autonómico, el centroderecha estatal obtiene una nutrida representación por medio de Ciudadanos: de hecho, Cs y PP consiguen casi el 30% (el 29,61%) de los electores, una proporción sin precedentes. Si se prescindiera del ingrediente nacionalista (algo hoy por hoy imposible), se advertiría que la derecha -Cs, PP, JxCat- es mayoritaria en Cataluña, con el 51,26% de los votos. El mal resultado del PSC-PSOE, que se queda con el 13,88% de los votos y 17 escaños (uno más que en 2015), es más inquietante porque, al contrario que de lo que ocurre en el centro-derecha, no hay otra fuerza estatal que lo sustituya o lo suplante. Desde el punto de vista estatal, la débacle del PP en Cataluña es un síntoma que debería inquietar a sus dirigentes. Estos han atribuido el naufragio a la polarización existente en el panorama electoral catalán, pero el argumento es frágil: el PP también representaba el antinacionalismo, con la particularidad de que suya era la paternidad de la aplicación del artículo 155. Más bien parece que la defección de los votantes del PP en Cataluña se ha debido a su falta absoluta de iniciativas para contraofertar propuestas a la demagogia populista; a su pasividad cuando hubiera sido tiempo de salir al paso de una larga serie de reclamaciones, algunas fundamentadas.