Diario de León

LEÓN EN VERSO

Los baches de ayer

León

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Hay baches que se dejan querer y, en vez de estorbo, se convierten en acicate de la vida de los leoneses; baches que tienen por cometido complicar el paso de la gente para hacer bueno el aserto de que sin esfuerzo no hay gloria; baches que son esparring de la personalidad, instructores en los cánones espartanos, contra esa creencia generalizada de que un hoyo no viene a ser otra cosa que agente para fomentar el negocio de la mecánica rápida. Esos baches eternos, que llevan ahí casi más tiempo que la estructura que los vio florecer. Al escorial de las rotondas de León, a esa circular que corona el enlace de la Nacional 601 y la Ronda Este, se le arrugó la dermis un día de invierno; el salpullido pasó a erosión y, de ahí, a una grieta que se ha asentado como ejemplo de dos fallas tectónicas; la lengua que empuja desde la circunvalación y la Avenida Europa contra la que sujeta el envite desde la prolongación a Fernández Ladreda. Y ahí quedó la muestra, para ganarse el afecto de los miles de conductores que desembocan a diario sobre esa intersección con hándicap; para que se entretengan en sortear el rebujo, que no todo va a ser trazados sobre calzadas plácidas y monótonas. El hito asfáltico se consolida en el entorno, sin declaración de impacto ambiental, ni nada, y es posible que cuando se agote la última carga de desidia que adormece al encargado de devolver la traza a su ser, a la plancha que dejaron las máquinas que allanaron la capa de rodadura, forme parte ya del hábitat de la salida sureste de la ciudad como un elemento más en la jornada de los usuarios; sus prisas, sus desvelos, los sueños, el bache, las notas de la niña, la factura de la luz, recoger las gafas en la óptica, el ceda al paso, el bache. Conocí a un político que mantenía que con ver el aspecto de las calles de León se podía adivinar si en la zona tenían su residencia los tipos que toman decisiones. Por ejemplo, que junto al cruce de Peregrinos y Santos Ovejero, con su curva pronunciada de diseño para preludios de un choque fronto lateral e incompatible con lo que puede dar de sí el ojo humano no cabe gestor en un kilómetro a la redonda; tampoco, junto aquel otro bache antológico de Lucas de Tuy, que en luna llena dejaba entrever la luz en las Antípodas. Cuando Reegan advirtió de que los problemas se subsidian en vez de solucionarse pensaba en el bache del antiguo Continente.

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