Diario de León

CUERPO A TIERRA

2017, el año ido

Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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Después del año de las investiduras, llegó el año de la independencia catalana, a la que unos denominaron revolución y otros, golpe de estado. Los anales de la historia hablarán de estos doce meses recién pasados seguramente como de una sacudida sísmica que no llegó a hecatombe o como de un incendio que se apagó gracias a la lentitud del jefe de bomberos. Por primera vez —este fue el tercer intento de secesión de Cataluña respecto a España en el último siglo corrido—, el «fracaso» de las huestes independentistas no fue una derrota sino un apagón, porque no trajo muertos, y tampoco un meneo, porque no fueron capaces ni de mover la silla del jinete que sujetaba las bridas. Este conato de República, algún día, acaso se contemple casi como alta traición a la tradición de las rebeliones catalanas, porque fue una sedición «civilizada». Y «mano lenta» Rajoy encontró en ella su razón de ser como es para la posteridad. La Historia tampoco da saltos.

El año que ahora dejamos atrás también fue el de Donald Trump, al que aquí casi eclipsó Puigdemont. El hombre que recuerda a un bisoñé llegó a la cima del imperio con los peores augurios y decepcionó las expectativas de casi todos sus detractores, por fortuna para el mundo. El aspecto de postizo que comparten estos dos líderes no es lo único que los acerca: el catalán y el norteamericano son dos casos de exuberancia capilar y esperanzas frustradas, aunque por diferentes causas y con las debidas distancias.

El Nobel de literatura dio de nuevo esquinazo a los apostantes, la quiniela introdujo un partido de fútbol femenino y Caranchoa ganó por la mano la carrera por la audiencia del momentazo hilarante. La provincia, sin embargo, sólo se acordará de desgracias: sequía y fuego: tuvimos uno de los años más secos que se recuerdan por estos pagos y ardió La Cabrera. León ciudad, por el contrario, alcanzó a la modernidad incorporando dos máquinas quitachicles y, ya en el último tramo, conquistó el hito de la capitalidad «astronómica» para León, fenómeno del que no se puede dudar puesto que fue capaz de eclipsar la remodelación de la Plaza del Grano y el ascenso de la Cultural y hasta el Escorial del tranvía llamado deseo. Capitalidad a la que uno solamente pide algo, ahora que está recién iniciada: que las tapas no se nos apijoten demasiado.

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