El miedo como amenaza

El sacratísimo Gobierno de las Españas Insulares y Peninsulares dice sin empacho que esto va viento en popa, más que bien, sin especificar a quién favorece el viento. Jauja pura. Con todos los perdones necesarios, uno piensa que el sacratísimo ha entrado en una fase decadente, erosionado y acorralado por la corrupción inmisericorde que, además del miedo a la pérdida del poder, camina desnortado, a golpe de viento, sin entrar en el meollo de los problemas reales. De su corazón a sus asuntos, que se diluyen en discusiones y propuestas de pura endogamia política para distraer a la ciudadanía, poco interesada en el tejido de tanto tejemaneje cuando lo que desea seguramente es que el aire no se vuelva irrespirable. Ni siquiera encima de la mesa, si es que hay algo, el urgente asunto de la financiación de los partidos, con ya tantos quebraderos de cabeza.

Vaciada la hucha de las pensiones, el sacratísimo recurre al miedo como amenaza de recortes, paralizaciones, justificaciones y reducción de gasto, evidente estrategia para forzar la aprobación de los presupuestos. Sibilino argumento que parece confirmar lo de «cuanto peor, mejor». Nada tiene de extraño que se advierta en la calle, a pesar de una sociedad poco movilizada ante problemas estructurales, una inquietud que se enciende en las redes para intentar frenar tantos desmanes, abusos, muy excesivo número de políticos con sus gastos cuantiosos y privilegios. De todos. Y lo subrayo. Parece que es en lo único que se ponen de acuerdo. Tanto es así, que el reciente pacto en la Junta entre populares y socialistas desacredita a estos, cada vez menos creíbles, por santificar la impunidad: la verdad sobre el saqueo de las Cajas les trae al pairo. Contubernio. Así van y les van las cosas.

Congeladas las pensiones y con una progresiva pérdida de poder adquisitivo, nuevos agravios se suceden con dinero público, europeo en este caso. Los escándalos de Bruselas —antigüedad y pensiones— pueden verse en https://www.sauvegarde-retraites.org, en la referencia de altos funcionarios. Un par de ejemplos: Dámaso Ruiz Jarabo, por 14 años y 10 meses, pensión mensual de 13.289,85 euros; Giovanni Butarelli, por 1 año y 11 meses, 1.515 euros. Y lo que espera. Anoten: han aprobado para sí mismos la jubilación a los 50 años con una pensión mensual y vitalicia de 9.000 euritos. Cómo lo entienden. Cuánto se estira el dinero público, siempre para los mismos. Hagan cuentas. Menuda herencia nos dejan.