Diario de León

león en verso

Hoy también es 25 de noviembre

León

Creado:

Actualizado:

Las mujeres son el grupo más numeroso de oprimidos del planeta. Y echamos el resto en combatir esa diagnosis. Puede que nos sintamos señalados; acusados, igual. Otras veces empatizamos, pero desde la acera. Empujados por la carga de conciencia que comparte la sociedad, nos disponemos a interiorizar el problema; planeamos cambiar desde dentro para modificar la imagen que damos por fuera. Los analistas sociales coinciden en que ahí, en ese punto, emerge el paternalismo, lo que supone un obstáculo en vez de una ayuda. Puede ser. Las mujeres tratan de explicar cómo se sienten y cómo las hacemos sentirse. Pero los hombres o no escuchamos o no entendemos. Cada ocho minutos, una mujer es víctima de una violación. Igual, también porque nos hemos acostumbrado a engullir sopa al tiempo que decidimos ponernos de perfil para que no nos arrolle la estadística. No son retales ni flecos esas manifestaciones sociales en las que resulta mayoritaria la tendencia a tratar de justificar al agresor y culpar a la víctima de la violencia. Luego está el criterio, el prisma, de no ver como es, viciados de mirar como somos. A la chica de Rianxo parece que la mataron por resistirse a ser violada; a la joven devastada por la manada, le restregaron en el juicio que no se resistió lo suficiente en aquel portal de Pamplona que convirtieron una noche de sanfermines en una cueva de la edad de piedra. En esta tesitura, resulta lógico que las mujeres pregunten cuál es la mejor forma de evitar que las maten. Hay otro muro en forma de chinas por el camino, en esa retahíla de expresiones que parecen construidas para hacer que parezca todo un accidente; la feminización de la pobreza, los feminicidios, los techos de cristal, los currículos ocultos, que al final emergen como roles que vienen a justificar la reducción de ellas mientras ellos salen a hombros. Los estereotipos son la esencia del tumor. No se pueden regular por ley; y nos dominan; a nosotros, a nuestros hijos y nietos, como sometieron a generaciones pasadas. Nos encogemos entre la solapa cada vez que el ordenanza de la Diputación actualiza la cuenta del horror en el balcón del Palacio de los Guzmanes; indolentes ante todos los lunes sin sol que nos quedan por delante.

tracking