¿Al futuro por los de Rivera?
E l ruido general de los acontecimientos relacionados con la gran pugna entre los indepes y los unionistas dificulta el análisis y la comprensión de ese gran fenómeno paralelo que estamos comenzando a vivir en la política española: el acercamiento paulatino entre el PP y Ciudadanos en expectativa de voto que se observa en las últimas encuestas. Muy poco tiempo atrás nadie hubiera sido capaz de advertir la cercanía de esta situación. Se sabía que los de Rivera ganaban posiciones poco a poco, pero nadie imaginó que el fenómeno podría convertirse en sorpasso o en un panorama electoral como el que ahora comienza a vislumbrarse. Podemos asistir ya sin sorpresas a una evolución como la que estoy considerando. Las causas del riesgo de ‘sorpasso’ no hay que buscarlas en diferencias entre ambos partidos que tengan relación con diferencias en la concepción y tratamiento de la crisis independentista de Cataluña.
Esas causas hay que buscarlas más bien en la caída del PP por motivos vinculados a su incapacidad para defenderse de las acusaciones de corrupción generalizada. Los últimos meses están siendo fatales en ese sentido para el partido de Rajoy, que sufre los zarpazos por todos lo flancos, y que no sabe defenderse ni desde el lado de los Rafaeles Hernando ni desde las canchas de las mentes más modernas, como pueden ser el ministro portavoz o los Maroto. La corrupción al fin se ha convertido en su talón de Aquiles, después de bastantes años en los que parecía que podrían soportarla sin gran sobresalto. Y esa circunstancia se junta con el hecho de que Ciudadanos no ha padecido casos notorios de corrupción, por lo que el contraste es muy escandaloso. El español medio por fin ha adquirido conciencia —o lo está haciendo— de la trascendencia que tiene ese tipo de comportamiento de los políticos, como sucede en los demas países desde hace mucho tiempo.
Y todavía en favor de Albert Rivera y sus muchachos hay que situar la evidente división de la izquierda española. Un diputado más que el PP y ya tendríamos a Albert a las puertas de la Moncloa, mientras que los de Sánchez y Pablo Iglesias prosiguen con su costumbre enfermiza. Ese eslogan socialista de ‘Somos la izquierda’ es la peor patochada para abrirle a Albert las puertas de la Moncloa.
Quiero decir con todo esto que la corrupción por un lado y la división de la izquierda por otro están abriendo en España esos nuevos caminos que pueden conducirnos a unas soluciones políticas que nada tienen que ver con lo que se esperaba durante años. Vamos a ver cómo salimos de la crisis catalana para saber qué puede suceder a continuación en este amado país. De momento, el aplazamiento del pleno del Parlament impone un incómodo compás de espera.