Trump con el carbón limpio
Donald Trump cumplió el guión previsto. Ofreció un discurso sobre el Estado de la Unión basado en sus pilares habituales del ultraconservadurismo, el proteccionismo y su rechazo a todo lo que no sea proestadounidense. En su primera intervención en un debate de este tipo reivindicó un «nuevo momento estadounidense» y pidió a los ciudadanos que apuesten por convivir como «un solo equipo» y «una familia».
Trump explicó que se está construyendo un Estados Unidos «seguro, fuerte y orgulloso», en el que todos los ciudadanos conozcan «la dignidad del trabajo duro», la garantía de estar seguros en casa y el orgullo patriótico por su país.
Recordó que en diciembre aprobó una reforma fiscal que ha repercutido en gratificaciones para «más de tres millones de trabajadores», y defendió su política energética: «Hemos acabado con la guerra a la energía estadounidense, y hemos acabado con la guerra contra el carbón limpio. Ahora somos un exportador de energía al mundo».
Todo un gesto claro y rotundo en favor de la minería energética autóctona de un mandatario que cada día que pasa hace más difícil cualquier alabanza pero al que, al menos, se le reconoce que se pronuncia sin medias palabras.