Los voluntarios en Manos Unidas

E l término ‘voluntario’ se refiere a aquella actividad humana que se realiza conscientemente y que nace de la voluntad del individuo, sin tener obligación de hacerla. Esta definición viene al pelo para poner en valor la categoría y cualidades que atesoran a todos aquellos que, de una manera libre, han decidido apostar por Manos Unidas y por ello han decidido echarse a la calle, contribuyendo con su esfuerzo personal, en mayor o menor grado, a mostrar su compromiso por un mundo mejor, donde cada individuo pueda vivir feliz y en condiciones dignas.

Nuestros voluntarios no necesitan acceder a nuestra organización con un determinado currículum. Hay, entre otros, licenciados, funcionarios y amas de casa, y lo único que se les demanda es que todos trabajemos, codo con codo, para erradicar, al menos un poco, la miseria y la pobreza que asola a tantos y tantos hermanos nuestros en gran parte del mundo.

Nuestros voluntarios, si tienen que limpiar: limpian; si tienen que hacer de improvisados carteros, lo hacen; si hay que repartir cartelería ahí están presentes. Y de igual forma colaboran en la búsqueda de ‘sponsors’ que permiten que con sus aportaciones se consiga que las recaudaciones que logren en los diferentes actos solidarios se destinen en su totalidad al fin que, previamente, se haya considerado oportuno respaldar.

No recuerdo quién propaló esta afirmación: «Manos Unidas se extingue». Estaba claro que era una quimera. Un sueño irrealizable. Bien es verdad que ¡ojalá fuera cierto! Pero lo que es verídico es que las carencias de todo tipo afectan a hombres, a mujeres y, sobre todo, a niños. Como ejemplo de estos últimos hay que constatar que uno de cada cuatro sufre retraso en el crecimiento y que el 45 por ciento de las muertes de criaturas menores de cinco años se debe a problemas de desnutrición. Sencillamente desolador. Y otro dato revelador: 815 millones de personas padecen hambre en el mundo. ¡Cómo para desaparecer!

Nuestros voluntarios, en número que sobrepasa los 5.000, dentro de nuestro territorio nacional, hacen posible el trabajo de Manos Unidas. El 97,5% del mismo se mantiene en nuestra organización de modo desinteresado y gratuito. Todos ellos colaboran en la realización de actividades solidarias con el fin de recaudar fondos para proyectos de desarrollo en los países del Sur, en concreto. 1.400 planes en 60 países durante 2016. Asimismo se esfuerzan en llevar a cabo tareas de sensibilidad en nuestra sociedad ante los problemas de hambruna mundial y similares y, esto es muy importante, la participación en el funcionamiento de la organización que incluye responsabilidades técnicas y organizativas a todos los niveles.

En los primeros días de este mes de febrero tienen lugar en nuestro país, toda una serie de actos programados entre las 72 delegaciones que conforman nuestra querida organización. León no es la excepción y desarrollan conferencias, conciertos, teatro y eucaristía.

En breve plazo de tiempo tanto los medios de comunicación escritos como digitales, emisoras de radio y TV darán cumplida información de todos ellos, y, por otro lado, aparecerán en las cristaleras de numerosos establecimientos de nuestra ciudad los carteles alusivos a nuestra campaña de Concienciación, la número 59 que bajo el lema ‘Comparte lo que importa’ pretende bucear la solidaridad de todos nosotros.

El objetivo se marcó ya para un plazo de tres años. El mismo se inició en 2016 y vence en el año actual. El slogan era y es: ‘Plantarle cara al hambre’ y pretende reforzar el derecho a la alimentación de las personas más pobres y vulnerables del planeta. Se pretende seguir trabajando para poner en común experiencias, iniciativas y propuestas que ayuden a vivir la adhesión y la participación en esta noble causa. Luchar contra el hambre es la misión de Manos Unidas porque la misma no es una fatalidad ni un destino irreparable.

Como epílogo voy a dedicarle este párrafo a los voluntarios leoneses. Soy uno más de ellos. Mi antigüedad es reciente y he de reconocer que mi adscripción a Manos Unidas se debió al empeño y tenacidad de mi íntima amiga Carmen que me convenció para que fuera parte de esta gran familia de fraternidad y afecto. Como quiera que sería de justicia nominar a todos ellos, y, dado que por razones de espacio, no es posible hacerlo, voy a dar el nombre de tres voluntarias activistas que hace ya tiempo han cumplido el ‘platino vital’ de sus 75 años y que, con sus ganas de vivir y amor por los demás, son el claro ejemplo de los valores que encarna nuestra organización: Dosita González, Lourdes Rodríguez y Leonor Díez. Muy agradecido a ellas y reconocimiento sincero al resto de integrantes de esta incomparable familia. Seguir siendo así, no cambiéis.