Diario de León
Publicado por
javier tomé
León

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Se dice pronto, pero han pasado 25 años desde que se puso en marcha el proyecto redentor de Promonumenta, un remedio constructivo e idealista para el paisaje de desolación cultural y social que nos lleva de vuelta casi hasta la Edad de las Tinieblas. Conscientes de que cada día que pasa nuestras esperanzas colectivas van a parar al agrio contenedor de las desilusiones, sus fundadores se plantaron en la postura de “hasta aquí hemos llegado”. Y dieron forma a una serie de actuaciones encaminadas a combatir la depredación trituradora que amenaza a infinidad de monumentos y enclaves incluidos en nuestro patrimonio. Empujados por la liturgia de la esperanza se remangaron y, hartos de quejas y refunfuños, plantaron batalla a la larga tradición de docilidad y conformismo que siempre distinguió a los leoneses. Y ahora que han sonado las trompetas de Jericó en relación de numerosas ermitas, iglesias, palacios y yacimientos, acumulando un historial de agravios que clama al cielo, pusieron manos a la obra para salvar en la medida de lo posible la herencia sagrada que nos legaron generaciones pretéritas.

El comedero público y la sopa boba del presupuesto no se destinan primordialmente a estas cosas, ya que el desprecio institucional que sufre la cultura resulta especialmente sangrante. Me temo que el asunto tenga mal arreglo, pues la burricie generalizada de los mandamases nos tiene con lo puesto y hasta el moño de protestas estériles. Así que sin caer en el abatimiento debido a la coyuntura tan adversa en que nos movemos, Promonumenta sigue apostando fuerte por la cultura como un arma cargada de futuro, pese a lo destartalado de la economía y el panorama apocalíptico que envuelve a parte de las riquezas artísticas leonesas, dejadas de la mano de Dios desde los tiempos en que usábamos patillas. Pero ahí siguen los de Promonumenta, empeñados con una dignidad numantina en remediar estropicios con tanta voluntad como acierto, porque al final lo que está en juego es la supervivencia de obras y empeños del pasado cuyo triste destino manifiesto sería el cubo de basura.

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