MARINERO DE RÍO
Todos a la cárcel
Tenemos tan metido en los tuétanos eso de la sociedad del entretenimiento que gran parte del respetable, así en general, parece mirar el asunto de Cataluña como una serie televisiva de esas audaces, vanguardistas y descargables. Una de esas que empiezan potentísimas, con emociones fuertes y escenas de acción rodadas en exteriores pero que, quizá por repetición de argumentos —aquello de estirar el chicle de la trama— o por el encasillamiento de los personajes, su interés comienza a decaer y languidece la cosa a pesar de los ímprobos esfuerzos de sus guionistas. La gente cree que lo que comenzó como Juego de tronos se asemeja ahora a Los ladrones van a la oficina. Y resulta poco menos que increíble cómo se ha trivializado el tema, cómo entre tantas bromas, parodias y memes, apenas nadie parece darse cuenta de que vivimos, como país, sociedad, o llámenlo como quieran, algunas de sus horas más negras y vergonzosas en cuarenta años de historia.
No sé si hay más gente allá afuera que piensa lo mismo pero al menos yo no deseo vivir en un estado semejante a un enorme calabozo donde por procedimientos sorprendentemente rápidos (¿sumarísimos?), teniendo en cuenta lo lenta y desesperante que es aquí la justicia, se envía a la cárcel a personas que comparten objetivos políticos. No soy partidario de la independencia, y aquí y en más foros he defendido cómo otros modelos de estado podrían satisfacer a las diversas y muy activas identidades que en él existen: la larga y fecunda historia de convivencia entre todos sus pueblos —no hay compartimentos estancos entre nosotros— sería buena guía en ese urgente proceso de repensarnos.
También he señalado lo partidario y apresurado del procès, algunos pliegues poco democráticos apreciados en él; pero todo ello no legitima esta farsa, estos asombrosos vasos comunicantes entre política y judicatura, el sonrojante posicionamiento de los medios, este silencio atronador, este miedo que es el padre de todo lo reaccionario y lo totalitario.
No quiero vivir en un país del que la gente huya, no quiero que me obliguen a ver a dos millones de personas como delincuentes y enemigos aunque no esté de acuerdo con ellos. Sigan descargando series: la realidad espera ahí afuera.