Hugo destapa los capillos

Sábado de Pasión amenazaba tormenta. Hugo debía haber llegado con ventolera y lluvia insistente. Apareció el Viernes de Dolores a la hora menos oportuna, pero se retiró contra pronóstico al día siguiente. La amenaza de temporal hizo temer escenas de llantos y frustración entre los papones y hermanos de las cofradías que no pudieran sacar a la calle las galas y sentimientos que llevaban un año aguardando, pero no fue así. No sólo no hubo lluvias ni llantos, sino que algunos de los actos programados se suspendieron con horas de antelación. Otros, en el momento mismo de iniciar sus solemnes celebraciones. Aunque lo usual en estos casos es la mirada al cielo y la búsqueda de un mínimo resquicio que permita cumplir lo programado, el sábado dejó algunas precauciones inexplicables. A no ser que en la noche destemplada más devotos de los previstos optaran por el recogimiento doméstico y no por el fervor compartido. El poco público se nota menos intramuros. Quizá algunas goteras no las predice ‘el tiempo’.