cartas al director
Online engañosa publicidad
D icen los filósofos que el ser humano se está convirtiendo en esclavo de las pantallas, a través de las que vivimos la «realidad» y que generan nuevos ‘héroes’, bien futbolistas, bien concursantes de artífices de programas como Corazón, corazón que no se cansan de llamarnos tontos como a la postre nos consideran. Con los mismos protagonistas repetidos hasta la saciedad, acumulando euros egoístamente sin más lucimiento que el desfile plebeyo fotográfico a diario.
Una de las cualidades definitorias del ser humano es conocer más y, cuando pierde el deseo, deja de crecer como persona. El conocimiento, el saber, requieren sacar conclusiones de los datos que aporta la información.
Estamos ahítos de programas de baja cultura, superficialidades y abusos indeseados, Hay gente que no entiende que muchas personas estudien, investiguen o lean por el simple placer de conocer, de saber más. La «ciencia es la busca de la belleza en la naturaleza». Porque la belleza es inagotable. El investigador, el estudioso no acabará nunca su trabajo ni la fuente de placer se agotará jamás dice un inteligente.
En nuestra época abundan quejicas entre los protagonistas y promotores de cultura rancia al servicio de la SGAE, los cuales están lejos de liderar una cultura ética y estética, amantes de la verdad. Un ejemplo reciente la fiesta de los Goya, año tras año.
Hay tentación de dar marcha atrás vez por vez ante cierto ofrecimiento de cultura barriobajera demasiado abundante y ‘fake’, vocablo de moda tan manido.
Nuestros ancestros preferían observar atentamente la naturaleza de las cosas, ocupación que está por encima de todas las demás. El presente, sin embargo, está conformado por las pantallas, somos prisioneros de imágenes. A veces incluso procaces y de peor gusto estético. No obstante, niños y mayores, mujeres y hombres, agarrados al móvil o la tableta online tienen la cabeza en la nube y en el ordenador. Porque la imagen vale más que mil palabras los principales personajes de una campaña electoral son el consejero de imagen y el fotógrafo.
Los políticos aparecen como cantantes, modelos de marcas de ropa y sus discursos se confunden con la publicidad engañosa online.
Los héroes del saber ahora son los ganadores de concursos que en buena ley y por ello sólo se pueden calificar de gente informada. De ahí la moda de los selfies.
Otro ejemplo, la elección de representantes para Eurovisión. Llevamos años sin calidad y altura estética y musical. Los discursos no están de moda, basta contemplar las muestras que ofrecen a nuevos políticos del escaño congresual.
Pero atentos al cobro mensual eso sí. Todo gira en torno al relativismo cultural cuyos actantes hacen de estrellas sociales.
Los señores del ente cultural televisivo, anunciaron, como un gran evento, la omisión de abultada publicidad televisiva, pero aparecieron programas sucedáneos de la SGAE que de su propia iniciativa suplen con mayor efusión de superficialidad y presencia continuada de cuantos artistas se quejan del maltrato a la cultura por el gobierno.
Las mismas caras con diferentes rótulos acaparan noche y día todos los flases del rutinario invento. Visto el éxito del online los grandes empresarios se han dado cuenta un poco tarde de las ventajas de tal invento facilón y atrayente que unívocamente sirve de atracción y engañabobos a toda clientela anodina.
Si se le ocurre a alguien preguntar el porqué de tales experimentos con la ayuda telefónica, dicen que es confort, comodidad, nueva belleza estética moderna y rápida, una bobada tan grande como la de atención al cliente en algunas instituciones. Más bien defensa del establecimiento que es quién paga.
Basta salir de casa hacia cualquier necesidad rutinaria para toparse en ciertos centros con largas colas aledañas y contentas con la vista clavada en la pantalla online, tan alegres como la madre telefónica que les dio a luz. Menudo apogeo para la urna eraria de la principal empresa española con esto y con el fútbol y otras estrategias informales. Bancos, y oficinas de gran o mínima afluencia han adecuado las salas de espera con ocio y propaganda bien servidos y la gente obnubilada feliz con divertimento de horas acumuladas.
Vivimos un transhumanismo superficial egoísta y endeble por cualquier lado que se miren cultura y civilización. Desaparecen iconos más nobles de escudos y letreros en los campos deportivos. Pero estamos en la cuna del parlamentarismo. ¡Olé! Saludos.
Ángel Carvajal Carrera. LEÓN