Artur Mas lo ha entendido
E s evidente que el verdadero reto del momento consiste en saber si antes de dos meses tendremos presidente electo de Cataluña o si se pasará el plazo y se convocarán automáticamente nuevas elecciones. Todo puede suceder y no tendremos mucho derecho a quejarnos en cualquiera de los casos. Artur Mas ha entendido bien —por lo demás, no era muy difícil— que el empeño de Carles Puigdemont y sus fieles se sale ya de toda línea lógica, por mucho que sea su derecho a exhibir el deseo. Con todos mis respetos, también yo pienso que no tiene sentido seguir empecinándose en algo que aparece como imposible política, jurídica y judicialmente.
El mundo ‘indepe’ tiene docenas de posibles aspirantes a la presidencia de la Generalitat que no están sometidos al imposible, pues pueden protagonizar —uno de ellos— una salida digna al drama. Habiendo tantos/tantas que pueden ser elegidos presidente, ya parece excesivo ese empecinamiento en el imposible de elegir a un inelegible. ¿Por qué empeñarse? ¿Porque de verdad no quieren una salida normal y sensata? En ese caso, ya están tardando en explicárnoslo.
Creo sinceramente que no hay por qué cerrarse en un imposible, como si solo Puigdemont y otros cuatro estuvieran ungidos por los dioses laicos del catalanismo soberanista. Que no señores, que yo puedo entender que se está cometiendo una injusticia, pero no hay nada más injusto que prolongar por más tiempo una agonía sin salida que solo conduce a la parálisis y a la desesperación. Me parece que algo así piensa el expresident Artur Mas para entender su actitud ante el problema.
Incluso no sería descabellado pensar que Puigdemont es el que más vale de todos. Pues ni aun así se justifican la parálisis y el empecinamiento. Peor que cometer una injusticia con una sola persona (o varias) es cometerla con todo un pueblo o con España entera y, desde luego, con Cataluña. Si no lo ven así, que me lo expliquen, que estoy abierto a entenderlo. Pero que me lo expliquen de verdad y de modo convincente, por favor. No tengo ningún problema en decir digo donde dije Diego... Pero que me argumenten y me convenzan. Y creo hablar en nombre de miles de ciudadanos de todo el territorio español.
Salir del atolladero —no lo olvidemos— a lo mejor lleva consigo la recuperación de la normalidad política y psicológica, no solo el final del disparate del 155, que tampoco sería moco de pavo. Venga, hombre, vamos a ser por lo menos sensatos, pues nos jugamos muchísimo en ello. Me parece mentira que todavía haya tantos españoles que no se hayan percatado de ello. Yo no me tengo por más listo ni por más tonto, y lo he entendido. No será tan difícil, hombre. El tiempo vuela y el riesgo de pudrirse en el atolladero es visible y cierto. ¿Lo entendemos entre todos?