Diario de León
León

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Cuando Zapatero nos volvió a hacer creer en los Reyes Magos, los Presupuestos Generales del Estado eran un árbol de Navidad con las bolas de colores por encima, el espumillón alrededor y la fila de paquetes al pie para empezar a desenvolver cuando al ministro de Hacienda se le veían la punta de los mocasines por debajo de los cortinones. Daba igual que fuera octubre, noviembre, febrero o marzo, que nos asomábamos por la mañana con la ilusión de encontrar los regalos de las autovías que nos iban a convertir en una región desarrollada, las carreteras desdobladas con las que íbamos a engañar al peaje de la autopista del Luna que nos recetó Álvarez Cascos como una colonoscopia para 40 años más, el soterramiento de los cruces de la ronda hasta hacernos un anillo viario como el cinturón de la M-30, las integraciones ferroviarias y la conversión de la Ciuden de Ponferrada en un polo de captación del CO2 para que ni siquiera tuviéramos que pedir perdón por las flatulencias de las vacas, que nos habían convencido años atrás de que eran las causantes del agujero de la capa de ozono. Íbamos a ser una zona pionera. Nos envidiaban al sur de Albires. Pero, entre que una parte fue un pre-supuesto y otra no alcanzó a consumarse, cambió el viento y tuvimos que conformarnos con las cenizas que dejó el fuego. Más o menos lo que hemos rescatado en las últimas cuentas.

No estamos para quejarnos, como nos han explicado los Faemino y Cansado del PP leonés. Eduardo Fernández y Luis Aznar insisten en que lo importante de los presupuestos se anota en el aumento de las pensiones y el retorno del IRPF. No debemos esperar por nuevas inversiones en infraestructuras como la plataforma intermodal de Torneros para nos saquen de la ruina en la que nos encontramos, como demuestran las cifras económicas y de pérdida de población. Ni tampoco confiar en que avancen las que ya estaban comprometidas, como la A-60. Ni siquiera confiar en que los proyectos en marcha, como la Ciuden, sirvan para lo que se definieron. Basta con que esperemos a que el Estado devuelva a los ciudadanos leoneses lo que antes aportaron con sus contribuciones, que ahora se presentan como un regalo en vez de una deuda. No nos entregan nada que no fuera nuestro antes. Encima, nos piden que demos las gracias. Pues vale. De nada

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