Borrar el rastro de la resaca, cuestión de urbanidad
El Ayuntamiento de León ha decidido tomar cartas en el asunto de la limpieza de la ciudad y la penosa imagen que ofrecen algunos de sus rincones, especialmente en fechas de elevada afluencia de clientes y turistas, como la reciente Semana Santa. La actitud de los establecimientos hosteleros del casco histórico ha hartado a los vecinos y a los responsables del Consistorio, que mañana darán un toque de atención a los empresarios antes de imponer las multas que la ordenanza contempla.
El asunto no es menor, y no es sólo cuestión de imagen, sino también de salubridad. Lamentable sobre todo porque es y debe ser necesariamente evitable. El abandono de basura de todo tipo en los rincones de la zona histórica de la ciudad ofende a leoneses y turistas, y está además expresamente prohibido. No tiene justificación alguna cuando además las bolsas de desperdicios se dejan en los alrededores de las bocas de recogida neumática, sólo por la dejadez de no introducirlas en ellas.
Si los hosteleros no son capaces de entender que arrastrar las basuras por el suelo dejando rastros de porquería difíciles de eliminar, y rodear sus negocios de detritos, no sólo perjudica sus intereses sino que es una falta de respeto inaceptable para vecinos y viandantes, hará bien el Ayuntamiento en ejercer las funciones que tiene encomendadas y comenzar a sancionar sin más dilación a aquellos negocios que no son capaces de mantener la más mínima higiene de puertas afuera. En la misma basura bares y restaurantes dejan su ‘tarjeta de presentación’, que en los últimos días han hurgado y recogido los responsables municipales. La infracción tiene nombres y apellidos.