AL TRASLUZ
El pie izquierdo de Job
A los españoles entre polémica y polémica siempre se nos cuela otra. La última, el encontronazo entre las dos reinas. Ahora, toca dividirnos entre sofiistas y letizistas. Conmigo que no cuenten. El dichoso vídeo me ha permitido confirmar algo que sabía: la familia real es de carne y hueso. O sea, sus miembros se enfadan entre ellos y se desenfadan, como en casi todas las demás. «Pues la familia de La Casa de la Pradera nunca discutía», esgrimirá Pablo Iglesias.
Y en la de Enrique VIII a la primera te mandaba a la cama sin cenar… para siempre. De la polémica por la fotografía con las infantas no me interesa el hecho en sí, sino que parece haberse resuelto. Unas familias son de rifirrafe esporádico; otras, frecuente. Lo importante es sacar del error una enseñanza. Y que la diplomacia del mutuo perdón actúe, como ejemplaridad ante unas niñas. Nada más conocerse el hecho, Pedro Sánchez declaró con prudencia: «En todas partes cuecen habas». Ciertísimo. Pero el refrán completo dice: «Y en la mía, a calderadas». En unos hogares se cocinan con jamón; en otras, con chorizo; en estas, con espárragos; en aquellas, solas y con un chorrito de aceite. Lo que pasó, pasó. Un tema menor e íntimo, aunque fuese en público. No hagamos de todo un Titanic.
En la familia, el día soleado puede traer tormenta y luego volver a solear, pues tras las habas llegan el segundo plato y el postre, más el café de la sobremesa. Si Ortega y Gasset discutían y era uno, mucho más lo harán quienes son más. Hasta el santo Job se levantaba un día al año con el pie izquierdo. Lo importante es que el estado de Hyde te dure un santiamén y vuelvas a ser el doctor Jekyll.
Ni sofiista, ni letizista. Las respeto a ambas. Y me convence cada vez más la humanidad de Felipe VI. Las preocupaciones además de encanecerle la barba le están dotando de un gran carisma de hombre de Estado. Sabe mostrarse grave cuando la situación lo requiere, y a la vez tiene sentido del humor de quien ya ha visto mucho sin haberse convertido por ello en un cínico. Intuyo que además es buen marido y padre. Eso sí, hay días que su Majestad para dormir debe de contar antes muchas habas. Tantas que tiene que recurrir a la calculadora. Ah, España.