Diario de León

FUERA DE JUEGO

Tiempo para listos

León

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Los 40 años de Democracia en España podrían servir de prueba para ratificar aún más que Darwin tenía razón. Estamos a 15 meses de las próximas elecciones locales y autonómicas, y el tradicional juego de las sillas ha empezado y los aspirantes danzan alrededor sin mirar a nada más que al puesto soñado. Todo es pura estrategia y se hace una vez más evidente el deterioro de calidad que han sufrido las candidaturas en estas últimas décadas para cumplir lo que dijo el naturalista inglés: «No es la más fuerte de las especies la que sobrevive y tampoco la más inteligente. Sobrevive aquella que más se adapta al cambio».

Todo se juega a la cintura —verdadera paradoja en algunos casos— que permite sobrevivir a esa selección que tiene una única ley universal: «yo, yo, y si hay más huecos, para los míos».

Cuando las cosas se complican nada como realizar un llamamiento a la necesidad de «regenerar» o de «renovar», como si fuese un valor en sí mismo el rebajar la edad media de las listas o el cumplir cuotas a las que se suele dar prioridad en función de intereses más o menos confesables.

Pero ni la veteranía ni la juventud son garantías de nada. Ni de éxito electoral ni mucho menos de buena gestión. Las banderas se agitan en realidad guiadas por ambiciones, como las que parece que llenarán las listas de color naranja. Nada como la cuña de la misma madera, la de los ex para detectar las realidades, como la que desveló estos días uno que fue empujado fuera del partido de Albert Rivera: «Ciudadanos es un partido de vagabundos políticos que no pillaron cacho».

Tampoco el cristerio del sexo es garantía de nada. Las dos grandes apuestas femeninas del PP hace cuatro años en la política autonómica han acabado estrelladas —tras sufrir el fuego amigo— contra la señal de una rotonda (Rosa Valdeón) y con una indigestión de cremas añejas (Cristina Cifuentes).

Ayer en Madrid se celebró el 2 de Mayo —por estas tierras lo hicieron los artilleros para recordar a Daoiz y Velarde—. Pocas jornadas ponen tanto en evidencia a esos líderes intelectuales y a esos cargos políticos que se quedaron mirando desde las ventanas cómo era masacrado el pueblo. Aquel día —Darwin no había nacido— se puso en evidencia que «sobrevive aquella especie que más se adapta al cambio». Ni la más fuerte ni la más inteligente.

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