¿Se ha disuelto ETA?
L a enorme operación de propaganda que hemos vivido en los últimos días en torno a una supuesta «disolución» de la banda terrorista ETA no debe ocultar la verdad que subyace en torno a este hecho: ETA ha dejado de matar, lo cual es en sí una magnífica noticia, sobre todo para sus víctimas potenciales; ETA ha sido derrotada en lo que son sus estructuras criminales -los mal llamados «comandos»- pero el proyecto político totalitario que encarna ETA ni se ha disuelto, ni mucho menos ha sido derrotado. Esa es la triste realidad que muchos actores políticos no quieren ver y aceptar.
ETA nació en 1959 como fruto de una escisión en el seno de las juventudes del PNV, supuestamente para luchar contra el franquismo. Pero lo cierto es que ETA siguió matando, y mucho, cuando la democracia llegó a nuestro País. ¿Por qué lo hizo? Porque su objetivo era y sigue siendo la destrucción de España. Cuando ha sido necesario, ha matado para conseguirlo; cuando se lo han impedido los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o cuando han llegado a la conclusión de que sin matar iban consiguiendo sus objetivos, no lo han hecho.
Desde hace años, ETA está en las Instituciones. A día de hoy, forma parte del Gobierno de Navarra junto con el PNV y Podemos; gobierna en bastantes Ayuntamientos del País Vasco y de la Comunidad Foral Navarra; tiene representación en el Congreso de los Diputados; es la segunda fuerza política en la Comunidad Autónoma Vasca. Con estos datos, ¿se puede decir, de verdad y con verdad, que ETA ha sido derrotada? Además, el proyecto político de ruptura de España que encarna ETA ha avanzado y sigue avanzando en Cataluña, en Baleares, en la Comunidad valenciana, lo cual no quiere decir que quienes defienden las ideas independentistas en esas Comunidades sean cómplices de ETA. Pero es que la banda terrorista, cuando se ha dado cuenta que necesita ayuda, la buscaba: ¿o qué fue si no el pacto que ETA hizo en Perpiñán en enero de 2004 con el entonces líder de ERC, Carod Rovira?
Por eso, insisto, es bueno no dejarse engañar por esa inmensa campaña de propaganda que ha rodeado la supuesta «disolución» de ETA. Sí lo ha hecho su parte operativa, pero la estructura política sigue ahí, lo cual es difícilmente entendible. Una ideología totalitaria como la que encarna ETA, que durante años ha empleado la violencia terrorista para conseguir sus objetivos, no debería tener cabida en nuestra democracia. Es decir, debería estar prohibida e ilegalizada. La ley de partidos sigue vigente. Si no se aplica será por algo. ¿Por qué sucede esto en nuestro País? Buena pregunta para que la contesten, si es que pueden, el Presidente del Gobierno, otros líderes políticos y el poder judicial.