Diario de León

EDITORIAL | Un coste millonario que suele pasar desapercibido

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La sanidad de la que se disfruta en España es pública y universal, pero desde luego no gratuita. Sin embargo suele ser un gasto que los pacientes prefieren ignorar, lo que implica que en muchos casos se hace no sólo uso sino abuso de alguno de los servicios, con un coste que se carga a las arcas públicas, las que todos los ciudadanos tienen que llenar con sus impuestos. Los tan denunciados recortes que se han llevado a cabo en la sanidad durante los años de crisis han afectado sobre todo a gastos de personal y organizativos, pero las tarifas por las que se calcula el coste de cada servicio siguen creciendo. Las actuales se pusieron en vigor desde el inicio de 2014, y a principios del próximo año se actualizarán de nuevo, con los consiguientes aumentos de precio.

La sensibilización de los ciudadanos sobre el coste de los servicios médicos y hospitalarios es una necesidad, y ha tenido ya algunas iniciativas, como la entrega en determinados centros de una ‘factura’ con el coste del ingreso o el tratamiento realizado, a pesar de que el paciente no tuviera que realizar aportación alguna, al estar cubierto por la Seguridad Social. Al menos el ciudadano era consciente del gasto que suponían para el sistema sanitario los tratamientos recibidos. Toda una lección de realidad.

Desde los 14 euros que cuesta una espirometría a los 74.000 de un tratamiento para un neonato hay todo un universo de patologías, pruebas y tratamientos que conforman uno de los mayores gastos del Estado del Bienestar. La sanidad es uno de sus pilares básicos, y disfrutar del sistema actual (a cuyo sostenimiento contribuimos todos los cotizantes) un lujo en el que no cabe el derroche. Desentenderse de las consecuencias de este gasto no debe ser una actitud generalizada entre los ciudadanos; pero la sanidad debería hacer también un esfuerzo por dar a conocer cuánto cuesta cada uno de los achaques tratado. Seguro que más de una conciencia se removería y optaría por la mesura y la racionalidad.

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