Cerrar

LEÓN EN VERSO

Llorad por vosotros y por vuestros hijos

León

Creado:

Actualizado:

La vida es eso que discurre entre ascenso y ascenso de la Cultu; si persiste esta cadencia, en la próxima ocasión apenas quedarán aficionados para celebrarlo; visto que hoy nacen menos niños que a finales del siglo XVIII, León igual ya no llega a la próxima cita de su equipo con la gloria. La caída de la Cultu riega el campo de crisantemos que llena de pesimismo el carácter leonés, tan resignado frente a la adversidad, tan entrenado para los estragos. Lo que en otros lugares inspiraría un tratado sobre la posesión de la bola, aquí se resuelve como un acato de la lluvia a destiempo o al nuevo lote de emigrados en busca de oportunidad; el descenso de la Cultu es la alegría en casa del pobre o el atávico «si fuera bueno aquí no caía». Esta vuelta sobre sí misma le sobreviene a la Cultural cuando la ciudad había llevado hasta sus últimas consecuencias el aserto del legendario Bill Shankly, que vio el fútbol como una cuestión mucho más seria que un asunto de vida o muerte. El desenlace de la Cultu se siente por la afición, que acostumbró a ponerse pinturas de guerra para emprender desde el Reino de León el largo retorno del destierro al que nos condenó la falta de estima colectiva. Esta es la misma Cultural que peregrinaba toda la semana por el extrarradio de la ciudad en busca de un campo para preparar el partido del domingo cuando el gobierno del tripartito cívico comenzaba a hacer oposiciones a la caja. La misma que separó el grano de la paja, para no fallar a los culturalistas embaucada, acaso, por cantos de sirena de los culturaleros (Salvio Barrioluengo dixit); la misma Cultural que hizo cola en los juzgados de lo mercantil mientras esperaba una muerte por liquidación, que se antoja tan triste y agónica como el deceso por asfixia. La Cultural protagoniza una biografía repleta de secretos inconfesables e infortunios entre los que esta rebaja en el escalafón no pasa de ser causa de un rato de diván, con terapia a palo seco, sin prozac, achuchones ni abracines. Entre tanta calamidad, este descenso no pasa de costalada en la hoja de servicios. Es posible que en medio del duelo exponga otro gesto generoso y, como Cristo a las mujeres de Jerusalén, aconseje a la afición: No lloréis por mí, llorad por vosotros y por vuestros hijos, que lo van a tener mucho más crudo.

Cargando contenidos...