Cerrar

TRIBUNA

¿Para qué sirve la libertad económica?

Publicado por
José Luis Placer PRESIDENTE DE LA FUNdACIÓN UNIVERSIDAD EMPRESA
León

Creado:

Actualizado:

C uando se celebra un debate entre partidarios y detractores de la libertad económica siempre llega un momento en el que estos últimos lanzan un reto que pretende ser definitivo para inclinar la balanza a su favor: «¿para qué le sirve a un pobre la libertad económica? La libertad económica sólo sirve a los ricos».

Quienes han oído semejante pregunta y se quedan mudos o responden con complejos razonamientos económicos deben saber que la respuesta es mucho más sencilla y directa. Ante todo, quienes defienden la libertad económica y el mercado no están defendiendo los intereses de los ricos que, por otra parte, una vez que lo son muchos de ellos piden más intervencionismo público para mantener su posición actual frente al peligro que conlleva la libertad y, su compañera, la competencia. Quienes defienden la libertad económica defienden una forma de organizar la actividad económica en la sociedad que beneficia a todos, ó dicho de otra manera, que está orientado a satisfacer las necesidades y deseos del consumidor. Y consumidores somos todos.

Quienes defienden la libertad económica defienden la iniciativa particular, la posibilidad de que cualquiera pueda elaborar un producto o servicio con el que atender una necesidad presente o latente del consumidor y que solo si logra su aceptación obtendrá el éxito en su empeño. En término económicos, decimos que defienden la posibilidad de acceder a cualquier actividad o mercado y la posibilidad de tomar decisiones económicas responsables fruto de las cuales conseguirá el éxito y, por tanto, un beneficio, o el fracaso y, por tanto, una pérdida.

La característica fundamental del ser humano es su capacidad creativa y esta solo puede desarrollarse plenamente en un marco de libertad económica. Un marco imprescindible para que puedan surgir emprendedores que ofrezcan nuevos productos y servicios: productos con mejores prestaciones o productos más baratos. Porque solo en el mercado libre, basado en la iniciativa particular, en la posibilidad de entrar en cualquier mercado y en la competencia, se puede dar respuesta rápida a los nuevos requerimientos del consumidor. En un mercado dirigido, sin libertad económica, la respuesta a las nuevas demandas está sujeta a la autorización de órganos administrativos que por su propia naturaleza y funcionamiento tardan mucho tiempo en responder o nunca lo hacen. Recordemos aquella escena de la película Goodbye Lenin en la que una mujer escribía una carta al Comité de Planificación de la República Democrática de Alemania (RDA) para sugerir cómo se debería fabricar una prenda de vestir, para que fuera del agrado de los compradores. Solo en un sistema libre basado en la iniciativa particular en la libertad de acción y con posibilidad de recibir la recompensa a través del beneficio, se puede actuar con rapidez y eficacia.

Pero, además, solo con libertad económica es posible la innovación. Todos los nuevos inventos o innovaciones de productos que hoy en día forman parte de la vida diaria, y que llegan a todos, han surgido en países cuyo sistema económico se basa en la libertad económica y en el mercado. No hay prácticamente ningún producto de uso civil que proceda de países organizados con el sistema de economía dirigida.

La libertad económica es la que ha hecho posible el consumo universal. Productos a los que antes solo podían llegar los ricos, hoy en día estén al alcance de todos. Desde los medios de transporte individuales hasta los medios de comunicación, los viajes, los equipos electrónicos, la telefonía móvil o los alimentos procedentes de cualquier parte del mundo. En las sociedades que se han organizado según el principio de la libertad económica los índices de consumo universal son los más elevados y los de pobreza los menores. Solo hay que ver cómo están hoy en día determinadas naciones del este asiático y como estaban hace treinta años. No hay país en el mundo que organizándose con un sistema de economía dirigida sea ejemplo de crecimiento, creación de riqueza y de bienestar social. Ninguno. En las sociedades basadas en una económica dirigida lo único que surge es la escasez (incluso de productos de primera necesidad); las colas delante de los establecimientos comerciales; los estantes comerciales vacíos.

En definitiva, quienes defienden la libertad económica proponen un marco imprescindible para que funcione la economía, se pueda conocer el valor real de los bienes y se produzca el cálculo económico, sea posible la innovación económica, la capacidad emprendedora se pueda manifestar creando empresas, y para que pueda haber competencia, que es el combustible necesario del progreso económico. Sin libertad económica todas estas situaciones no pueden desarrollarse.