Pulso a Sánchez
E l próximo lunes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibirá en el Palacio de la Moncloa al presidente de la Generalitat, Quim Torra. Este será el primer encuentro oficial entre ambos responsables políticos e institucionales tras las elecciones autonómicas catalanas y tras la moción de censura del pasado mes de junio que el líder del PSOE sacó adelante gracias, entre otros, al apoyo prestado por los partidos independentistas catalanes. Tengo para mí que el que Sánchez pueda ver satisfecho su deseo de agotar al frente del gobierno la presente legislatura, es decir llegar a junio de 2020, va a depender en gran parte de la actitud que mantengan los partidos secesionistas en Cataluña y sus instituciones. De momento, las señales emitidas por Torra desde Barcelona y su jefe, Puigdemont, desde Berlín, no augura nada bueno. Ambos líderes independentistas mantienen su «hoja de ruta» que pasa, en los días pares, por que se reconozca por parte del Estado la proclamación de Cataluña como una República Independiente, y en los días impares, por pedir de manera imperativa que se permita un referéndum legal para que el pueblo de Cataluña vuelva a pronunciarse sobre lo que ya se preguntó el pasado 1 de octubre.
Los diversos gestos y declaraciones realizados por el propio Sánchez y miembros de su gobierno encaminados a lo que ellos denominan bajar la tensión y normalizar la relación con las autoridades catalanas, de momento no han tenido una respuesta similar por parte de estas. Hay líneas rojas que un presidente del Gobierno de España no puede ni debe traspasar. Una de ellas es todo lo que hace referencia a la unidad de la nación. Las reglas del juego que nos dimos los españoles hace casi cuarenta años, al aprobar la actual Constitución, están muy claras. Si alguien quiere saltárselas, es obligación del máximo responsable del gobierno, en colaboración con los otros poderes del Estado, impedirlo. El afán de Sánchez, legítimo por otra parte, de mantenerse en el poder, tiene que ser compatible con la exigencia de que todas las autoridades del Estado cumplan la ley. Y hace ya algún tiempo que los responsables institucionales en Cataluña no lo hacen. Rajoy aplicó tarde y mal el famoso artículo 155 de la Constitución, por cierto, con el apoyo de Pedro Sánchez. Habrá que ver a que está dispuesto este, si los Torra, Puigdemont y compañía siguen empeñados en echarle un pulso, que es no sólo a él sino a todo el Estado.