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Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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Si la solución a los problemas del comercio fuera la peatonalización, además de haber tortas por los locales de las calles pedestres, lo lógico sería peatonalizarlo todo, hasta la autopista León-Oviedo, que no sé si en el fervorín lo tuvieron en mente Mario Amilivia y Gabino de Lorenzo. En fin. Uno ni tan siquiera niega que cortar la circulación pueda mejorar los resultados económicos de las tiendas de una calle, pero, como quiera que las necesidades y dineros de la clientela son las que son, lo que sostengo es que perjudicará a otras. Si nada más se tratase de repartir la tarta de los beneficios del turismo, que se haga a la cara con los impuestos y que se dejen de obras. Me parece a mí que los centros comerciales que funcionan a todo tren efectivamente lo hacen por ser peatonales, pero por dentro. No sé si es muy lícito que el pequeño comercio que está descontento de serlo aspire a que se les haga una galería del espacio de todos y con el dinero de todos, aunque desde luego tampoco tienen la culpa de que les pregunten.

Si la solución al tráfico fuera la bicicleta, piensa uno que este medio de locomoción se habría consolidado sin ninguna sombra hace ya muchas décadas, durante el auge de estos vehículos de tracción humana. Y, aunque no tenía uno conciencia de que tuviéramos graves problemas de circulación, a excepción del estrangulamiento urbano producido por las peatonalizaciones anteriores; incluso admitiendo que ahora pueda ser la panacea para el tráfico rodado, y hasta para la contaminación en una ciudad sin industria, la duda es si también lo es para el transporte, porque malamente es capaz un velocípedo de acarrear más de una persona. Si encima ponemos encima de la mesa ciertas peculiaridades climatológicas, el asunto se complica bastante, porque con cuatro grados bajo cero o con treinta a la sombra, la climatización suele resultar más beneficiosa para la salud que unas pedaladas de ejercicio, por muy medicinal que sea el deporte.

Consultar a los comerciantes o a la asociación de la bici-crítica, como han hecho formaciones políticas y periódicos, parece sensato pero también es parcial. Una ciudad mejor también la deseamos los transeúntes y conductores. Lo único en lo que discrepamos es en que nuestro ideal no es tan abstracto y genérico: no aspira tanto a una ciudad moderna como a una fluida, practicable, a la medida de sus habitantes.