Diario de León

Cuarto creciente

Ladrones de tiempo

Ponferrada

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El tiempo se le fue de las manos. Se le escurrió entre los dedos como en un reloj de arena. Menudo día desaprovechado.

Había madrugado para sacar los billetes en la web de la compañía de transportes. «Es más rápido y más cómodo, y le harán descuento», le habían dicho el día anterior en la taquilla de la estación. Y también le dedicó una hora a obtener la tarjeta de embarque en la compañía de vuelos baratos, reservar hotel con un comparador de precios que no dejaba de apremiarle porque las tarifas cambiaban de minuto en minuto, y a elegir un coche de alquiler para recogerlo en el aeropuerto. Todo lo hizo antes de ir a trabajar y todo desde el ordenador portátil. Casi estaba listo para las vacaciones.

Después de comer, revisó durante otra hora su declaración de Hacienda y la presentó vía telemática. «Evitará las colas», le habían informado en la delegación.

Antes de volver al trabajo, le llenó el depósito al coche. Hacía tiempo que la gasolinera era autoservicio. El cliente se encargaba de enchufar la manguera y marcar en el surtidor los litros. Después, solo se podía pagar con tarjeta de crédito.

También se pasó por el banco. Necesitaba cambio para el viaje al extranjero, pero le pidieron que se descargara una App y usara su smarthphone. «Se ahorrará la comisión». Y no le quedó más remedio que asentir con la cabeza porque el empleado le insistió en que si lo hacía así se ahorraría tiempo y dinero.

Al volver del trabajo aún tenía que montar el escritorio nuevo que había comprado por catálogo en internet, así que se quedó sin tiempo para preparar la cena y cuando su mujer llegó a casa, tarde porque hacía horas extras, tuvieron que pedir comida rápida por teléfono.

Después de cenar una pizza, ella se fue a la cama enseguida. Era tarde y estaba derrotada. Y él se preguntó cómo diablos se les había ido el tiempo de las manos.

Pero antes de acostarse, le echó un último vistazo al periódico digital, y en la sección de sociedad, de madrugada, se encontró con un artículo sobre el born-out, la adaptación al exceso de trabajo, la destrucción de empleo que traen las nuevas tecnologías, y cómo la falta de tiempo se ha convertido en la nueva pobreza. Y se sintió, ahora sí, como si le hubieran robado la cartera.

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