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León

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Si tiene usted hoy uno de esos días en que lo ve todo negro, esta columna no va a alegrarle el martes. Lea mejor otra. Si quiere sonreír, busque quien le haga cosquillas. La actualidad es la que es. Mala no, lo siguiente, El país está para que exclamemos todos al unísono el título de aquel libro de Michael Moore:: «¿Qué han hecho con mi país, tío?». Pero dado que no hay cerca una embajada del lejano Turulustán, en la que pedir asilo político, no queda otra que fastidiarse. Un excomisario encarcelado por delitos propios de una novela negra ha puesto en marcha el ventilador contra don Juan Carlos. La dificultad del periodismo de investigación radica en que las informaciones han de obtenerse sin corromper los códigos éticos del oficio, aunque este sistema sea más lento. Y en estas noticias no atino a percibir quienes son los buenos. Por supuesto, no mato al mensajero. Simplemente, no le dejaría las llaves de mi coche nuevo. Percibo lo que percibo: una conspiración en beneficio de un submundo siniestro. Corrupción contra corrupción. Todo este escándalo de presuntas cuentas suizas y comisiones ilegales del rey emérito, que no debería ser subestimado en sus consecuencias políticas, me lleva a sentir aún más simpatía por Felipe VI.

Tampoco la política exterior invita a tirar cohetes de optimismo. «La Unión Europea es nuestro enemigo», ha declarado Trump. No importa que luego matizase que se refería al ámbito comercial, pues le habíamos entendido. Y demasiado. Me gustaría espetarle a lo Gable: «Francamente, presidente, me importa un bledo». Pero no es posible, su presencia en el ámbito político es tan preocupante como la de Putin. Son dos malos de película de James Bond. Tampoco aquí atino a percibir quiénes son los buenos.

Ve, caro lector, se lo advertí al principio. Si hoy tiene un día negro debió saltarse esta columna aguafiestas y derrotista. Ahora ya somos dos los que resoplamos y echamos humo. “Al menos, este año hemos librado de la canción del verano”, dirá esa lectora alma de cántaro que todos los columnistas de provincias tenemos. Pues aun así no me fío, donde menos lo esperas irrumpe Georgie Dann. O lo que es peor: sus discípulos y sus discípulas. Ay, verano de mis veinte años.

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