Diario de León
Publicado por
Francisco J. López Rodríguez Profesor
León

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E n la antigua Grecia existía la práctica del ostracismo. Una vez al año entre enero y febrero los ciudadanos griegos podían escribir el nombre de aquellos ciudadanos que querían desterrar en trozos de terracota en forma de conchas (como ostras).

Los así condenados por votación popular eran expulsados de Atenas por diez años y se les prohibía regresar antes so pena de muerte. Era una forma en que la emergente democracia trataba de neutralizar a tiranos en potencia o a ciudadanos considerados sospechosos o peligrosos para la sociedad.

En Florida, Estados Unidos, en pleno siglo XXI, se condena a personas convictas de violar la ley, aunque hayan cumplido sus condenas, a no poder volver a votar jamás, anulándolos como ciudadanos. El ostracismo de Florida, en este caso, es más draconiano que el griego. En la antigua Grecia el destierro era temporal. Después de diez años los condenados podían regresar a casa sin perder sus derechos ciudadanos. En Florida pierden su derecho al voto de por vida.

España tiene un problema de corrupción política muy serio que debe ser afrontado de manera integral y sin parches, según transparencia internacional, que ha presentado el Índice de percepción de la Corrupción en todo el mundo. En dicho índice España sale mal parada: repite su peor resultado histórico al lograr 58 puntos sobre un máximo de 100 y baja de la posición 36 a las 41 de 176 países, con lo que se sitúa en el grupo de los países europeos percibidos como más corruptos. La percepción de ciudadano es que en el momento que se toca lo público para conseguir determinados objetivos, a saber: contratas de obras, subvenciones, permisos varios, un puesto de trabajo, cualquier asunto al que el ciudadano tiene derecho y que debe acceder en condiciones de igualdad, a partir de aquí entra en juego el principio de la sospecha que conlleva lo que los mejicanos llaman la mordida.

Desde la instauración de la democracia, mal aplicada y aprovechada que justifica todas las actuaciones, las dádivas, el favoritismo, el enchufismo, son formas cotidianas tanto para acceder a determinados puestos de las administraciones como para conseguir beneficios diversos. Yo me pregunto, ¿quiénes han accedido desde que se instauró la democracia a un puesto de la administración de esos que se llaman acceso por concurso? Salvo excepciones, todos los amigos de los políticos, hermanos, hermanas, primos, primas, sobrinos, sobrinas, hermanos políticos, hermanas políticas, amigos, vecinos, vecinas y no digamos amigas y otros favores que se deducen.

Una empresa selecciona a sus trabajadores por capacidad, ingenio, valía. La administración selecciona a una parte no por su valía sino por su afinidad o parentesco.

No debería existir otro acceso a la administración nada más que el sistema de oposición, es decir, principio de igualdad y nunca manejada por la propia administración política sino por personal ajeno. Es injusto que muchas personas estén sacrificando su economía y su futuro, preparando con esfuerzo una oposición y aquellos que conocen al político de turno entren en la administración por la puerta de atrás. A los políticos se les debe caer la cara de vergüenza ya que se les votó para buscar el bien común y cuando alcanzaron el poder se olvidan y sólo esperan las dádivas de los beneficiados.

Y qué decir para conseguir otros beneficios de la administración. Está demostrado, constatado y sentenciado, en su caso que aquellos que están cercanos a la administración política son los grandes beneficiados de: obras, privilegios, concesiones, subvenciones etc.

En este país el buen hacer no tiene premio. En este país la inteligencia no se valora. En este país la administración sigue favoreciendo a los poderosos y los que no tienen acceso a palacio o bien mendigan o bien se quedan con las sobras o migajas. Cada puesto debe ser ocupado por el más apto no por el que más enchufe tenga.

Por otra parte, estamos viviendo los grandes despilfarros que están saliendo a la luz continuamente. No pretendo nombrar todas las operaciones de corrupción cuyos nombres han protagonizado tanto los cuerpos de seguridad como los jueces les ponen o bien nombres o bien apellidos, pero está demostrado que quienes han subido al cadalso de las fortunas no fue resultado, en líneas generales del esfuerzo y sacrifico, fue resultado del padrino de turno.

Empresas que se hunden porque no tenían enchufe y está demostrado que hay empresas que fracasan por su mala administración pero que salen a flote por mor de conocer al dios de turno. Es una tragedia pensar que cualquier beneficio que pretendes conseguir de la administración esté sometido al capricho del político, bien sea una subvención, una contrata de obras o servicios y, por supuesto, un puesto de trabajo.

El político es tan voraz que independiente de los impuestos que repercuten por ley en el ciudadano se inventan otros procedimientos de recaudación para satisfacer las veleidades del político y, en connivencia con la empresa-trampa, la recaudación y la mordida se la reparten justificando siempre el bien de ciudadano. Si a los políticos les aplicáramos el principio del ostracismo, entendido como aquel que jamás debería volver a la política o bien ser sancionado con la expulsión, previo a la devolución de todas las cantidades robadas, seguro que se acabaría la corrupción y el principio del derecho sería justo para aquellos que merecen la obra o la plaza.

Por desgracia, esto no se va a acabar. Podemos evocar el relato de la Biblia en el que Dios reveló a Abraham que destruiría Sodoma por medio de fuego y azufre, porque su pecado era muy grave e irreversible, y solo Lot y su familia podrían ser salvados. Abraham intercedió por los justos de la ciudad, y Dios le repuso que no la destruiría si, al menos, encontraba cincuenta justos en la ciudad. Dios, sin embargo, permitió a Abraham interceder hasta que se convenciera de que en Sodoma no había ni diez justos. Vamos a pensar que hay menos corruptos que corruptos, pero todos los días la palabra corrupción es un sustantivo cotidiano de los medios. A esos corruptos no les vendría mal aplicarles el ostracismo no sé si el de Grecia o el de Florida, pero antes de echarles de la ciudad hay que registrar los bolsos no sea que se lleven la mordida.

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