TRIBUNA
Me quieres por el interés. Eso no es amor
D icen los titulares de los periódicos que la entrevista Soraya Sáenz de Santamaría con Pablo Casado, después de que Casado ya es presidente del PP, no ha resultado como muchos esperaban. Muchos, incluida la propia Soraya.
En el discurso prevotación de los compromisarios, la Sra. Sáenz de Santamaría mencionó, dirigiéndose a Pablo Casado; «no estoy en tu candidatura, porqué no me has ofrecido nada». Más o menos.
Es decir todos asumían in péctore, que estar juntos era mucho mejor que presentarse por separado. Sin embargo, las votaciones, aunque nos cuesta aceptarlo, ponen a cada uno en su sitio. Antes de la votación somos muy amiguitos pero después, el que gana manda y el que pierde protesta.
Ni soy psicólogo, ni soy politólogo (joder que palabro), ni soy adivino, ni soy sociólogo. Me esfuerzo en ser una persona con sentido común. Y mi sentido común me dice que mientras el PP no se convenza que en la unión descansa la verdadera fuerza, les va a costar mucho hacer lo que pretendan hacer.
Lo que ha ocurrido en el PP, en las votaciones de eso que llaman primarias no es que se demuestre que no están unidos, es que está claro que están, entre ellos mismos muy separados. Y además enfadados unos con otros. Digan ellos lo que digan y endulcen lo que quieran sus declaraciones. La gente ya no traga y cada vez lo ve más claro. Como diría el castizo, están a punto de cascarse.
Primera consecuencia de esa situación; que el adversario, en líneas generales, el PSOE, se aprovecha de esa falta de poder o liderazgo que hay enfrente y sus decisiones campan a sus anchas. Y mientras el PP discutiendo entre ellos, como casi siempre.
¿Cuál es el motivo para que ahora, el partido Conservador español, tenga las ruedas bloqueadas y el motor gripado? Sencillamente ellos mismos. Me viene a la cabeza la publicidad de una colonia de los años 80 cuyo slogan decía «hay otros mundos, pero están en este».
Quizá eso le ocurra al PP; «tenemos enemigos pero están dentro». Naturalmente esto lo negarán en público, pero en privado es otra cosa. Lo voy a decir muy claramente; o arreglan ese problema, el de su unidad, que debe trascender a la gente o no levantarán cabeza. Así como suena. Ellos lo saben pero ya digo no lo reconocen micrófono en mano. Una verdadera pena pero una verdadera realidad.
Ahora el PP tiene un nuevo presidente. Ha creado expectación, curiosidad, duda, ilusión, ha despertado a muchos de sus partidarios que estaban un poco dormidos y les ha hecho pensar. No es poco. No es suficiente pero no es poco.
¿Qué tiene que hacer el partido? ¿Ponérselo más difícil para que tenga más trabajo y no dedique el cien por cien de sus energías a reconquistar el poder y hacer cosas buenas para los españoles? ¿No cambiará nunca el españolito de a pie que le cuesta Dios y ayuda apoyar a los suyos y ayudarles a que consigan logros de interés para el país?
¿Qué pasa, que nos gusta, Venezuela, y Cuba y Nicaragua y tantos y tantos otros? ¿Es eso lo que queremos?
Difícil sociedad la nuestra que nos se acuerda de Santa Bárbara nada más que cuando truena. Y ahora estamos a punto.
Se pertenezca al partido que sea; ¿quién puede negar que con Pablo Casado, España tiene un líder. ¿Por el hecho de serlo hay que estar contra él? ¿Tanto cuesta a los españoles aceptar a un compatriota que valora a España y quiere situarla donde debe estar? ¿Pero quien puede pensar que eso es malo? Pues los propios españoles, quien si no. ¿No podemos empujar, dejarle hacer cosas y después juzgar? ¿Por qué somos así? Entre todos, tenemos que empujar a España hacia arriba. ¿Qué nos pasa en Europa? No nos hacen ni caso. Ahí están los independentistas catalanes campando a sus anchas por Europa. Y nosotros y nuestros jueces a callar y a obedecer. ¿Pero donde estamos hombre?
¿Cómo se podría llamar eso? ¿Qué somos unos peleles? Me parece poco. Pero en toda esta situación que nadie se atreverá a negar, aparece un hombre que parece que está limpio, que es joven, que tiene buena imagen, que la sonrisa la sabe utilizar, que los medios quieren saber de él, que la cámara «le quiere», y con esos atributos, además de su preparación, nosotros le ignoramos o casi, y nos extraña que el otro Pablo, el Iglesias, tenga cinco millones de votos, o casi.
En otras palabras; este señor no reniega de ese pasado que no ha vivido pero que conoce y respeta. Este señor quiere recoger los valores que tiene nuestro país, España, y quiere salir a la calle a demostrar que sus ideas son válidas para la mejora del país. Pero ya se está dando cuenta que los españoles, bla, bla, bla, pero de arrimar el hombre, muy poquito.
Hasta la exvicepresidenta no ha querido practicar la unidad con Casado, que tanto predicaba ella misma, y ha hecho «fu» como el gato.
O sea, me quieres por el interés. Eso so es amor, cariño.