TRIBUNA
Padre Jesús Paniagua, recordar es volver a vivir
F ui alumno del Colegio Agustinos de Alicante, al inicio de su andadura en esta ciudad, toda la década de los 70, del año 1971 hasta 1980 cuando terminé COU y la Selectividad.
Padre Jesús: recordará al comienzo de esta década de los 70 cuando llegó a Alicante e inició su actividad académica y docente tras haber finalizado sus estudios en Biología, qué lujo y satisfacción supuso tenerlo como director, profesor y educador.
Ya en mi época universitaria, en los años 80, comenzamos a forjar nuestra amistad y aunque Vd. dejó Alicante y yo el colegio, no supuso ningún problema para seguir llamándonos y vernos con frecuencia y, siempre que se lo permitían sus ocupaciones, nos acompañaba en las fiestas de Mutxamel y el día de Navidad entre otros.
Se acuerda que bien lo pasamos en los años 90, en mi boda donde Vd. concelebró en la enlace con Mari Carmen y qué emoción nos supuso celebrar los bautizos de mis hijas Marina y Carmen. Y cómo no se va a acordar lo mal que lo pasamos tanto en el fallecimiento de su madre como en el fallecimiento y entierro de mi padre y amigo suyo donde Vd. estuvo presidiendo la Santa Misa Funeral. Y qué bien lo pasamos en nuestro viaje a Egipto donde recorrimos el Río Nilo y pudimos rezar juntos en la cripta donde estuvo la Sagrada Familia escondida en su huida a este país.
Su amor por Alicante y su colegio quiso que sus últimos años de actividad docente, tras ser provincial agustino y director en Valencia, volviese a su tierra de adopción y aquí se jubiló. Si le parece bien, de después de la jubilación no hablaremos, ya lo hicimos personalmente en su tierra natal, León, en mis distintas visitas, pero si me permite, diré que al colegio de León se lo llevaron y allí lo dejaron.
Siempre me impresionó su tremenda humanidad, su sabiduría y su bondad. A lo largo de estos 45 años de amistad he podido comprobar que ha sido de esas personas a las que quieres de inmediato, con las que te sientes bien y con las que te gustaría estar mucho tiempo, siempre jovial y pensando en todos.
Doy gracias a Dios por haberle conocido y tener el honor de considerarme un buen amigo suyo porque Vd. ha sido para mí un gran sacerdote, un gran profesor y educador pero fundamentalmente ha sido una «gran y buena persona».
Usted me ha enseñado lo que es una vida de permanente servicio y entrega hacia los demás y qué significado tiene el amor, el respeto, el esfuerzo, el cariño, la bondad, la reciprocidad, la generosidad, la humildad y la verdadera amistad.
Pocos hombres que haya conocido hasta ahora han impactado tanto en mí. Realmente le quería como un padre, pero además como el gran amigo que demostró ser. Creo firmemente que ese sentimiento siempre fue mutuo lo que hizo más cordial nuestra relación.
Sé muy bien que ya no está, que no podremos volver a charlar en su retiro de León, pero por una parte me consolaré sintiéndome orgulloso de haberle podido conocer, de haber sido su amigo y haber vivido muchos momentos importantes de mi vida juntos. Y por otra parte al creer como cristiano que ya estará junto a nuestro Señor Jesucristo, junto a sus padres y como no, junto al mío, echando esas carcajadas tan características que tienen los dos.
Querido Padre Jesús, un último favor, ruego que desde el cielo rece, interceda por todos nosotros y nos guíe en el buen camino. Sepa que no le olvidaré jamás y desde aquí quiero recordarlo, honrar su memoria y sobre todo quererlo para siempre.
D.E.P. Padre Agustino D. Jesús Paniagua Crespo (León 1939-2018).