EDITORIAL
El daño a Feve sigue agravándose y exige soluciones sin más demora
La centenaria línea de vía estrecha que cruza buena parte de la montaña leonesa añade a la precariedad que sufre en la capital de la provincia un abandono generalizado que se agrava cada día que pasa.
Las reiteradas quejas de los usuarios —siguen en retroceso— no consiguen una reacción entre los dirigentes de la compañía ferroviaria, que no atienden como es debido una línea que sabe lo que es carecer del personal necesario, de los medios imprescindibles o de la organización interna que impida las suspensiones de servicios, los retrasos o la mala atención a los viajeros.
Ahora son las averías y las condiciones climáticas las que han generado nuevos problemas a los viajeros, que no hace tantas semanas llegaron a soportar temperaturas extremas dentro de los vagones. Todo eso unido a la imposibilidad de acceder a la estación de la avenida Padre Isla supone un creciente efecto desincentivador hacia los potenciales usuarios.
Feve —hoy Renfe— debe aplicar unos criterios de calidad a sus servicios. Como empresa pública resulta inaceptable que se pueda dar por bueno el que se ponga en cuestión su futuro. Urge una solución para que los trenes vuelvan a llegar al centro de la ciudad. Y resulta imprescidible que se revise esa acumulación de deficiencias para que los ciudadanos reciban una atención de calidad cuando decidan emplear un ferrocarril que se merece tanta atención como cualquier otro.